Las primeras elecciones del Posacuerdo: Qué dice la disputa por la Cámara en el Caquetá

Ahora sin guerra, ¿Habrá diferencia en la relación de los campesinos con la campaña electoral? ¿disminuirá la tradicional abstención en muchas zonas del Caquetá?

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Alejandra Ciro*

Como en otros departamentos en los que el conflicto armado con las FARC marcó las dinámicas territoriales, las elecciones del 11 de marzo al Congreso, cualquiera sea su resultado, serán históricas para el Caquetá. Tras décadas de participar en la política como aparato armado, ya sea apoyando a la UP en el marco del proceso de paz con el gobierno Betancur, promoviendo la abstensión o el saboteo electoral –cuyo mayor pico fue en 1997- o regulando el acceso de políticos a los territorios, es la primera vez que la ahora FARC participará en la política local en un escenario de paz.

 

A los ojos de los analistas es una oportunidad única para entender la relación de las FARC con la política local antes y después de los Acuerdos de La Habana. Varios estudios han llamado la atención sobre las complejas relaciones entre la insurgencia, los campesinos y los políticos locales, relaciones que superan la dicotomía coacción-convencimiento. Ahora sin guerra, ¿Habrá diferencia en la relación de los campesinos con la campaña electoral? ¿disminuirá la tradicional abstención en muchas zonas del Caquetá?

 

La recurrente visión de territorios como el Caquetá como “marginales” o “abandonados” ha distraído la atención sobre el hecho de que sus dinámicas están en el centro de los conflictos del Estado-nación colombiano. De esto es muestra incluso que Iván Márquez, figura central en el imaginario de los colombianos, protagonista de la guerra y ahora de la paz, es florenciano e incluso fue congresista por el Caquetá. La política en estos territorios debe dejar de ser vista como un recuento de anécdotas sobre lo violentos o corruptos que son los habitantes en las “zonas de fronteras” sino como un elemento clave para entender cómo se ha configurado el Estado colombiano y cómo se ha constituido el vínculo entre el centro y las regiones. El Caquetá podrá aportar pocos votos, pero se ha visto que sus dinámicas han marcado la historia nacional.

 

El Escenario

 

Caquetá ha sido un departamento con uno de los mayores índices de abstención en el país. Para las elecciones al congreso de 2014, el total de sufragantes en el Caquetá fue de 37% con una abstención del 63%. Esta abstención está delimitada geográficamente y afecta particularmente a los municipios del norte que se caracterizan por ser de mayor población, contar con presencia histórica de las FARC y con el papel protagónico de las organizaciones sociales.

 

La abstención en esta zona llega incluso al 76% en San Vicente del Caguán y al 80% en Cartagena del Chairá. Ante estos datos cabe preguntarse ¿Qué significan una elecciones parlamentarias donde el 80% de la población no vota? En el marco de un proceso de configuración estatal en el que la política ocupa un lugar central, ¿Qué se puede decir de la articulación de territorios en los que el 80% de la población no vota en las elecciones?

Fuente: Registraduría

 

Para el caso de Cartagena del Chairá, por ejemplo, históricamente demandando la construcción de una vía que la conecte con eficiencia al resto del departamento, ¿Cuáles son las posibilidades de su construcción con un 80% de abstención en un sistema clientelista como el colombiano? ¿Y cuáles son las posibilidades si los congresistas del Caquetá se eligen, a su vez, con un número ínfimo de votos –Harry Gonzalez y Luis Fernando Urrego se eligieron representantes a la Cámara con alrededor de 11000 votos en las elecciones de 2014-? ¿Cuál es su posibilidad de negociación con el gobierno nacional?

La abstención en estos municipios coincide con las dificultades de acceso a los puestos de votación. Según la MOE en el Caquetá hay un puesto de votación por cada 953 km, estando todos los municipios en riesgo según se muestra en el siguiente cuadro.

MOE, Mapa de riesgo electoral 2018

 

Como se observará en las siguientes gráficas, en el Caquetá actúan dos procesos políticos paralelos, uno en el que Florencia se constituye en el eje y otro en el que, siendo Florencia todavía muy importante, cobran mayor participación otros municipios como Montañita, San Vicente del Caguán y Cartagena del Chairá, territorios con una historia de organización social.

 

El mayor porcentaje de votación de partidos como el Liberal, Conservador y el Centro Democrático lo obtienen en Florencia (53%, 57%, 65% respectivamente), en contraste con partidos como la Unión Patriótica, cuya votación en Florencia es del 33% y en donde su votación alcanza los dos dígitos en municipios como Montañita (18%), San Vicente del Caguán (14%) y Cartagena del Chaira (12%). Hay entonces dos modelos de poder, uno más atado a las dinámicas clientelistas tradicionales[1] y otra demandando un modelo alternativo (Esto ya había sido planteado aquí). En este sentido, las Circunscripciones de Paz que se acordaron en La Habana responderían muy bien a casos como el caqueteño, donde las organizaciones campesinas, si bien fuertes, no han podido romper con el acaparamiento que tiene la política tradicional de los escenarios electorales.

 

En las siguientes gráficas se observa el porcentaje de votación que obtiene cada partido por municipio. Como ejemplos extremos la Unión Patriótica muestra una distribución por municipios mucho más pareja, principalmente por su votación en Cartagena, San Vicente y Montañita. En contraste, el Centro Democrático concentra la mayor cantidad de sus votos en Florencia. Similar situación se observa con el partido Liberal y el Conservador.

Fuente: Registraduría. Los datos de la UP, liberalismo y conservatismo están con base en los resultados a Cámara en 2014 y los datos del CD están con base a los resultados al Senado en el mismo año.

 

 

Las posibilidades

 

En el Caquetá se disputan dos curules para la Cámara de Representantes entre siete listas. Tres son las opciones más probables y lo que resulta interesante es no solo el que no haya mayor certeza sobre los dos ganadores sino que son tres posibilidades que dibujan panoramas y explican procesos significativamente diferentes.

 

El primero, que busca reelegirse, es Harry González del Partido Liberal quién llegó a la Cámara con 11513 votos principalmente de Florencia. González tiene los recursos políticos y económicos que le otorga ser congresista y contar con el respaldo del gobernador Álvaro Pacheco, tal vez el político con más poder y control burocrático actualmente en el Caquetá. Además, Harry cuenta con el apoyo de fuerzas del Partido Conservador y de Cambio Radical, partidos que no lanzaron listas a la Cámara[2].

 

Si bien Harry González no se ha opuesto públicamente a los Acuerdos de La Habana[3] tampoco se ha caracterizado por propiciar un clima de implementación ni de reconciliación y en los escenarios públicos frente al tema es reiterativo en recordar la violencia por parte de las FARC y en exigir reparación a sus víctimas, de las cuáles él mismo hace parte al ser hijo de un gobernador asesinado por la guerrilla. A su vez su cercanía con Cambio Radical hace que su bandera no sean los Acuerdos.

 

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Un segundo partido con opciones es el Centro Democrático (CD) y resulta interesante porque es la primera vez que este partido lanza lista a la Cámara de Representantes en el Caquetá. El primero en la lista es Edwin Valdés, miembro del comité municipal de ganaderos y alcalde de San Vicente del Caguán entre 2004 y 2007, años que correspondieron a los picos más altos de la violencia que implicó la “retoma” del Caguán tras el fin del proceso de paz de Pastrana[4].

 

Valdés tendría votos en San Vicente, contaría con el apoyo de los ganaderos de la línea de Fedegán, y se beneficiaria, como todos los candidatos del CD, de la imagen de Álvaro Uribe en la región, quien para las elecciones al senado en 2014 obtuvo de lejos la mayor votación del departamento (21509 votos frente a los 10276 del Mira, su más cercano contendor). Ahora, el uribismo es muy fuerte en Florencia y en municipios como Morelia, Curillo y Belén, pero débil en los territorios más apartados y rurales como Solano, Solita o Cartagena del Chairá, que tradicionalmente no han votado, pero que podrían marcar la diferencia si disminuyeran su histórica abstención. El uribismo en el Caquetá se beneficia entonces de ser el más popular en los territorios más integrados y con menor abstención, como Florencia.

 

Además el candidato del CD contaría con el respaldo activo de las alcaldías de Florencia y de San Vicente del Caguán, que son del CD y de las cuales habrían renunciado funcionarios para dedicarse a la campaña. Sin embargo, para algunos este respaldo resulta contraproducente pues, al menos sobre el alcalde de Florencia se dice que no ha tenido una buena gestión –la percepción es que no se han visto obras y que no ha “cumplido” con sus promesas-. De ahí que pueda restar votos. Además, el CD en el Caquetá sigue siendo un partido pequeño y sin mayor maquinaria.

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Un tercer candidato de quien se dice tiene opciones para obtener una curul es Luis Antonio Ruíz Cicery, “Coco”, tradicional figura del Partido Verde que perdió el aval cuando, según cuentan, Claudia López se enteró de su alianza con Arnulfo Gasca – conocido a nivel nacional por el corrido que se mandó a hacer: “El Patrón de patrones” y perteneciente al Partido Conservador-. Ruiz Cicery fue candidato a la gobernación en las elecciones pasadas obteniendo el tercer lugar con unos no despreciables 36915 votos[5] particularmente dominando en Belén, de donde es oriundo, Cartagena, Curillo, Paujil y Montañita, municipios donde obtuvo entre el 40 y el 50% de la votación evidenciando el apoyo de organizaciones campesinas de estos territorios. Es entonces un voto más rural y su fuerza no es Florencia. ¿Tendrá opciones este nuevo perfil de candidato?

 

El caso de Cicery resulta también interesante porque, aunado a su alianza con Gasca, que representa una alianza con la política tradicional, también tiene el apoyo de la Unión Patriótica y del Partido Comunista. Así, Ruiz Cicery es el único de los tres más opcionados que habla de velar por el cumplimiento y la implementación de los acuerdos de la Habana, algo que interesaría principalmente a las organizaciones campesinas, como las de cultivadores de coca, que exigen que se cumpla lo pactado en el acuerdo. El triunfo de Cicery, que se presenta con el aval de la ASI, sería paradójicamente el triunfo de una especie de poder político del pos-acuerdo, al contar con el respaldo de las organizaciones sociales que tradicionalmente han reivindicado una alternativa al poder tradicional pero a su vez al contar con el respaldo de poderes tradicionales como el de Gasca. Todo un ejemplo de “reconciliación” política regional. ¿Será lo que empezaremos a ver en los territorios del posacuerdo?

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Junto a estas opciones está la candidatura del Polo, quien separada del comunismo queda básicamente moirista y cuya bandera es quizás una de las principales preocupaciones en la agenda pública caqueteña: la incursión petrolera al departamento. Oscar Conde, su candidato, es un abogado cuya oficina ha acompañado a las comunidades campesinas en su defensa del territorio y él mismo acompañó en su defensa a José Antonio Saldarriaga, líder de Valparaíso, tras la reciente denuncia que formuló contra él el gerente corporativo de la Emerald Energy. La posición de Conde contrasta con la de candidatos como Edwin Valdés del CD, para quien el tema no está en su agenda, o Harry González quien no ha sido claro en el acompañamiento a las comunidades.

 

Por su parte también está el MIRA, partido que ha demostrado tener una fuerza significativa en el Caquetá, que en su momento eligió gobernador para el periodo 2012-2015 y fue la segunda fuerza al Senado en las pasadas elecciones con 10276 votos. La mayor votación del MIRA se concentra en Florencia, sin embargo tiene acogida en Doncello, Paujil y San José del Fragua. Sin embargo, no cuenta con figuras que recojan ese capital político y pese a que la votación por el Partido es alta, no lo es por sus candidatos.

Las dinámicas políticas en el Caquetá han mostrado que gana el que conquiste con amplitud a Florencia o el que logre movilizar al tradicionalmente abstencionista campo, principalmente en el norte.

A riesgo de simplificar, entre las tres opciones más probables se podría decir que con Harry Gonzalez se votaría como si no hubiese habido Acuerdo de Paz, porque poco cambiaría; con el Centro Democrático como si sí hubiera habido acuerdo, pero se rechazara; y con “Coco” como si sí hubiera habido Acuerdo de paz, la paz en su imperfecta realidad regional.

El 11 de marzo será entonces un día interesante en muchos sentidos, pues cualquiera sea el resultado dará importantes pistas para entender el comportamiento político de estos territorios antes y después de la guerra.

 

 

 

[1] Sin embargo no se debe olvidar que las últimas victorias del Centro Democrático en el departamento están significativamente respaldadas por un voto de opinión de derecha que se encuentra principalmente en Florencia.

[2] El actual representante conservador Luis Fernando Urrego estaría aspirando al Senado buscando acabar su carrera política de forma “digna” pues no tendría el apoyo para reelegirse.

[3] González votó a favor de la Ley estatutaria de la JEP y las circunscripciones especiales transitorias de paz pero no votó en la Reforma Política.

[4] La alcaldía de San Vicente se gana con unos 6000 votos.

[5] Teniendo en cuenta que se elige representante con 11000. Gasca por su parte habría ocupado el segundo lugar en las mismas elecciones con 37274 votos. Es decir, por número de votos la ventaja la tendría Cicery.

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