Caquetá emancipado

Defender cada moya, cada río, cada montaña, el felino que los ronda, no solo es un ejercicio de dignidad y resistencia individual sino una expresión de una emancipación de los y las sujetas ante el comprobado peligro que acecha a la vida sobre el planeta. Esta emancipación es formación, organización, movilización y acción, basada en una convergencia regional, la unidad.

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Estefanía Ciro*

Un estudio científico publicado en el 2017 alerta que estamos ante una aniquilación biológica acelerada. Por ejemplo, la tasa de pérdida de población de vertebrados terrestres es extremadamente alta, aún en especies de “baja preocupación”; el 32% de las especies de vertebrados está decreciendo; de 177 mamíferos de los cuales se tiene información, todos han perdido el 30% o más de sus rangos geográficos y más de 40% de las especies experimentan caídas preocupantes de su población. Esta extinción acelerada de especies tiene consecuencias directas en nuestra civilización, nos enfrentamos con la Sexta Extinción (Ceballos, Ehrlich y Dirzo 2017). A esto nos referimos con la imposibilidad de que el planeta pueda seguir albergando la vida, tal como la conocemos. Este proceso de extinción masiva es parte de un proceso amplio de defaunación o deforestación del planeta que arrasa con la diversidad de plantas.

 

Puede que en las grandes ciudades sea más difícil de percibir este masivo proceso de destrucción planetaria pero a lo largo de la Tierra hay territorios en rojo que nos muestran actualmente el deterioro y el peligro: el Caquetá es uno de estos. Región de reservorios significativamente valorados a nivel global de agua, biodiversidad, petróleo y minerales, nuestra cordillera y el plan están bajo la amenaza de la deforestación, de la extinción de biodiversidad tanto en flora como en fauna y de la expansión del mono-cultivo y mono-producción cocalera y ganadera, sin descartar los otros intereses como de las multinacionales de la soya o de la palma de aceite. Adicionalmente, se le suma el peligro de la extracción de petróleo, que a menos que seamos Trump, no podemos negar su relación con el calentamiento global que aumenta la temperatura del planeta a niveles insostenibles para albergar la vida.

La lucha emprendida por el pueblo caqueteño ha tenido diversos focos, donde los hombres y mujeres con sus preocupaciones mostraron su inconformidad tanto a las compañías petroleras como la guerrilla ante el temor de que permitieran su operación. En otros lugares resistieron organizados bajo la sombrilla de la vicaría y en otras veredas lo hicieron solos, organizándose en torno a las juntas de acción comunal, exponiendo sus temores y preparando la resistencia. El 2016 fue el año del ataque más violento del gobierno a la resistencia campesina anti-petrolera, aún en tiempos de negociaciones y firmas de paz. Esto nos ha llevado a reunirnos, encontrarnos, discutir, converger. La Audiencia Ambiental del Bloque el Nogal el 15 de Marzo de este año ha sido la más reciente expresión de resistencia y defensa del territorio caqueteño por parte de toda la población. Ahora tenemos al frente la consulta popular de El Doncello, aprobada recientemente y que todo el Caquetá debe acompañar.

La movilización en defensa del territorio tiene sentido en la medida en que la ecología es nutrida de un discurso crítico y ético sobre la devastación de nuestro planeta y la comprensión de que es consecuencia de un modo de producción capitalista que depreda, que solo piensa en la maximización de la rentabilidad y pasa por encima los sistemas de reproducción de la vida en todas sus expresiones. Defender cada moya, cada río, cada montaña, el felino que los ronda, no solo es un ejercicio de dignidad y resistencia individual sino una expresión de una emancipación de los y las sujetas ante el comprobado peligro que acecha a la vida sobre el planeta. Esta emancipación es formación, organización, movilización y acción, basada en una convergencia regional, la unidad.

En Alaska, una de las luchas contra la extracción de gas y petróleo motivó a la población a gritar “No se puede quemar todo el petróleo de este planeta y seguir viviendo en él”. En el Caquetá no podemos seguir quemando el último bosque, contaminar la última moya, matar al último felino y pensar que podremos seguir viviendo aquí. La emancipación es una apuesta ética y de supervivencia.

 

**Economista de la Universidad de los Andes (Bogotá), Maestra en Historia de la misma universidad y Doctora con Mención Honorífica en el Programa de Posgrado de Ciencias Políticas y Sociales con orientación en Sociología de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM, Ciudad Universitaria, Ciudad de México).

Una versión de este texto fue publicado en El Fogón.

Fotografía: Estefanía Ciro. Río Caquetá, octubre 2017.

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