¿Por qué MAMBE?

Consideramos que el mambe es la metáfora que significa la mezcla de lo visual con lo sonoro en un festival de cine realizado en la Amazonia colombiana para que proyectemos nuestros senti-pensamientos, palabras, acciones, omisiones y por qué no, silencios

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Jesús Anderson García*

Consideramos que el mambe es la metáfora que significa la mezcla de lo visual con lo sonoro en un festival de cine realizado en la Amazonia colombiana para que proyectemos nuestros senti-pensamientos, palabras, acciones, omisiones y porque no, silencios. Un momento de encuentro de hombres y mujeres con la raíz ancestral, con las historias, nuestra infancia, la memoria, la naturaleza, un reconocimiento a  nuestra esencia, que debe ser visibilizada, valorada y compartida, con respeto, a los pueblos del mundo.

Un poco de historia(s)

Desde hace miles de soles y lunas, los pueblos indígenas de los Andes y la Amazonia han considerado mascar la coca: mambear, como la actividad más pura de sus vidas, como lo menciona Wade Davis en su travesía El río. Antes de la barbarie colonizadora, para el Imperio Inca, las hojas de la planta tenían una alta importancia ritual, además les permitían aguantar los trabajos físicos más agotadores. Hoy por hoy, desde el pueblo Aymara en Bolivia hasta pueblos nativos colombianos como los Kogui, Ika, Wiwa y Kankuamos, en la mítica Sierra Nevada de Santa Marta, o el pueblo U’wa distribuido por la Sierra Nevada del Cocuy en la cordillera Oriental de los Andes, entre otros, tienen a la planta sagrada como maestra que responde al cómo cumplir a los mayores, cómo pagar a la Madre Tierra, cómo mantenerse en órbita con el cosmos, en síntesis, para el buen vivir en el territorio.

Más abajo, donde se trifurcan los Andes, en el maravilloso Macizo Colombiano, los pueblos Nasa, Misak-Guambiano, Coconuco y Yanacona tienen a la Mama Koka: su planta de pensamiento origen, memoria y descendencia. Si nos adentramos en la espesura de la selva amazónica colombiana encontraremos que muchos más pueblos indígenas se declaran hijos del tabaco, de la coca y la yuca dulce. Destaco de éste grupo a los pueblos: Uitoto, Andoque, Bora y Koreguaje1. Grupos indígenas2 que hacen parte de los mambeadores presentes en el Caquetá a los cuales la Corte Constitucional declaró y protegió en sus derechos fundamentales pues «están en peligro de ser exterminados – cultural o físicamente-  por el conflicto armado interno, y han sido víctimas de gravísimas violaciones de sus derechos fundamentales individuales y colectivos y del Derecho Internacional Humanitario». (Auto 004 de 2009 Corte Constitucional de la República de Colombia).

 Desenmarañando lo sagrado

Tenemos evidencia suficiente del papel vivo de la coca para muchos seres humanos que hoy están en riesgo por aferrarse a su planta sagrada. Pero, si es tan importante ésta planta ¿por qué hoy en día es considerada por ciertas instituciones y personas como la mata que mata? Como bien lo planteó José Fernando Isaza «es como decir que el árbol de guayaba mata pues de él se puede construir un mazo, descargárselo a alguien y descalabrarlo». (El Espectador 13 Oct. 2010). Si profundizamos un poco más en las intenciones que esconden tales ideas, encontraremos que la historia, contada por los ganadores de las más cruentas guerras contra los pueblos nativos, ha sido injusta. Seguramente por el interés de arrebatársela a los amerindios para usufructuarla de manera ilegal con el narcotráfico o legal como la invención de la Coca Cola en 1880, como lo referenció Sandro Calvani. Quizá por ser una amenaza para la industria alimentaria y farmacéutica mundial,  ya que desde hace varios años la ciencia occidental ha demostrado su valor como potenciadora de energía nutritiva y curativa tal como se lee en Anthony Henman. Así pues, ensayos químicos, hechos por Tim Plowman y Laurent Rivier en 1983, demostraron que  el  contenido de cocaína presente en las hojas de coca oscila entre el 0,25 y el 0,77 por ciento, es decir una ínfima cantidad. Así que comparar la hoja de coca con el alcaloide puro, la cocaína, es tan inapropiado como comparar una taza de café con los efectos de la ingestión de cafeína pura.

Ahora, cada una de éstas historias, como lo reza el adagio popular ” tiene mucha tela que cortar”, y pese a su trágico devenir moderno, Miguel Rocha Vivas nos recuerda que cuando la planta de coca es sesgada, fumigada o quemada, existe aún la posibilidad de que la raíz perviva y permanezca en el tiempo, dejando abierta la posibilidad a los seres humanos de corregir el camino, uso y conciencia sobre lo que los pueblos amerindios nos pueden enseñar, en el plano de la oralidad, a reconciliarnos con nuestro pasado y volver a conectarnos con la fuerza y sabiduría de nuestra tierra, para ayudar a sanar el mundo que hay en el cuerpo y el cuerpo que hay en el mundo.

 

Mambe es cultura, Mambe es vida

Hemos querido rendir un tributo a la hoja de coca como símbolo sagrado de vida y no de muerte. Y para ello hemos decidido rescatar la tradición de uno de los pueblos indígenas presentes en el departamento del Caquetá, para comprender el sentido del mambe. Según Fernando Urbina Rangel, uno de los antropólogos colombianos que más ha estudiado la cosmogonía del pueblo Uitoto:

La coca, es símbolo de la lengua que permite hablar (el órgano); para ello se trata de mezclarel polvo de coca –obtenido luego de tostar la hoja fresca y pilarla– con las cenizas de hojas secas de yarumo; luego se procede a cernir la mezcla en una talega de lino. El resultante, el mambe, que en lengua uitoto se denomina jíibie, es consumido por vía oral. Mambear [en lengua uitoto, dute] hace grabar y recordar lo dicho en el mambeadero [en lengua uitoto, jíibibɨrɨ]. Allí el «hombre sentado», o sea el sabedor en su banco ritual, vertebra la realidad a través de su carrera. De niño oye palabras de poder en la penumbra germinal del lugar materno; de adulto se inserta en el ámbito iluminado del coqueadero, en unión con los otros varones. Para el joven esas palabras irán cobrando sentido y realidad, visualizándose en los rituales comunitarios y en el diario acontecer, hasta afirmarse al llegar a ser «hombre completo», mambeador, interlocutor: «Hombre coca palabra». De esa manera, en las rutas del vivir, cuando se requiera buscar en el saber tradicional una palabra orientadora, la coca, que es «lengua», hará decir la justa: la oída allá junto al abuelo (2010: 142).

Seguidamente Urbina nos aclara que:

[…]el mambe se acompaña normalmente con su pareja: el tabaco líquido o pastoso llamado ambil, [en lengua uitoto, yera]. Este elemento ritual resulta de un largo proceso en el cual las hojas de tabaco son sometidas a cocción hasta obtener un líquido espeso, al que suelen agregársele varias substancias (mucílagos) para darle consistencia. Pero el principal agregado, la compañera inicial del tabaco, es la «sal vegetal»: se obtiene quemando diversas partes (raíces, espinas, cogollos, cortezas, inflorescencias, y en ocasiones el ejemplar entero) de algunas especies escogidas de acuerdo a propósitos rituales diferenciados. Las cenizas se colocan en un colador, se agrega agua para luego cocinar la mezcla y obtener, después de la evaporación total, una substancia blancuzca. Este producto se agrega al tabaco líquido: es su pareja. Varón y mujer: coca y tabaco, la polaridad en donde se manifiesta lo humano; se hace presente aquí este juego de contrarios-complementarios en que se diversifica lo uno, la formidable fuerza de lo simple, que ha de diluirse en lo diverso –de ahí la idea de mezcla– para contrarrestar su poder aniquilante (Ibíd.: 145).

[…]en las sesiones rituales de mambeadero (coqueadero), cuando el preceptor habla, el discípulo, que ha de estar muy atento, repetirá la última palabra en la pausa que el sabedor haga en su cantinela. Es como su eco. En ocasiones las palabras del maestro se espacian mucho y entonces cuando se escuchan de nuevo dan la sensación de venir del origen, cargadas de silencio (Ibíd.: 35-36).

Por este sacro significado de la planta, Festival Mambe es la oportunidad de conocer y aprender más de nuestras raíces amazónicas (territorio) y de nuestros ancestros (pueblos), en esa búsqueda incesante de lo que llamamos identidad (cultura), para que podamos así reconocer de dónde venimos, dónde estamos y para dónde debemos proyectarnos (tiempo), generando espacios para visibilizar pensamientos, sonorizar y escuchar la palabra, y construir historias para poder seguirlas contando a las generaciones del hoy y las venideras.

Por consiguiente, si ponemos el lenguaje cinematográfico al servicio de la preservación de la memoria de nuestros pueblos, para el diálogo entre las culturas y por la conservación de la naturaleza, perpetuaremos el legado que está en riesgo de desaparecer, por lo menos desde lo simbólico. Adaptaremos y crearemos nuevas formas de resistir y movilizar la conciencia en el cine para integrarnos, ante la colonización que aún impera en el mundo, entonces seguiremos cultivando los sueños, la esperanza, el amor, el respeto y la paz.

  1. Los Koreguaje manifiestan ser solo hijos de la coca.
  2. Junto a otros 34 pueblos de los 102 grupos étnicos reconocidos en Colombia según la ONIC,2010

BIBLIOGRAFÍA

Calvani, Sandro y et al. La coca pasado y presente : mitos y realidades. 171 p. Ediciones Aurora. Bogotá, Colombia. 2007.

Candre, Hipólito y  Echeverri, Juan  Álvaro. Tabaco frío, coca dulce. Palabras del anciano Ki-nerai- de la Tribu Cananguchal para sanar y alegrar el corazón de sus huérfanos. 288 p. Universidad Nacional, Sede Leticia. 2008

Davis, Wade. El río: exploraciones y descubrimientos en la selva amazónica. 3ra edición. Traducción Nicolás Suescún. Fondo de Cultura Económica. El Áncora Editores. 648 p. Bogotá, Colombia. 2009.

Henman, Anthony y Metaal, Pien. Los mitos de la coca. Transnational Institute. 23 p. Ámsterdam, Países Bajos. 2009.

Henman, Anthony. Mama Coca. Traducción Gabriel Iriarte. 3ra edición. 326 p. El Ancora Editores, Editorial La Oveja Negra. Bogotá, Colombia. 1981.

Plowman, Tim y Rivier, Laurent. Cocaine and Cinnamoylcocaine content of thirty-one species of Erythroxylum (Erythroxylaceae). 659 p. Annals of Botany. Londres, Inglaterra. 1983.

Rocha Vivas, Miguel. Palabras mayores, palabras vivas. Tradiciones mítico literarias y escritores indígenas en Colombia. Editorial Taurus. 284 p. Bogotá, Colombia. 2012.

Rocha Vivas, Miguel. Compilador. Antes el amanecer. Antología de las literaturas indígenas de los Andes y la Sierra Nevada de Santa Marta. Ministerio de Cultura. 744 p. Bogotá, Colombia. 2010.

Urbina Rangel, Fernando. Compilador. Las palabras del origen:  breve compendio de la mitología de los uitotos. Ministerio de Cultura. 296 p. Ministerio de Cultura. Bogotá, Colombia. 2010.


*Ingeniero Agroecólogo de la Universidad de la Amazonia. Docente durante 3 años de la Corporación Educativa Instituto Amigos Jean Piaget e investigador de la Fundación Ideasur en temas étnicos y agrícolas. Actualmente se desempeña como Presidente del Consejo Departamental de Cinematografía del Caquetá, labor que viene ejerciendo desde el año 2009, producto de su trabajo permanente con el Cineclub Docta Ignorantia desde el año 2004 en la cual se desempeña como Director Administrativo. Entidad organizadora del Festival Internacional Audiovisual Mambe, festival de cine del Caquetá que va para su tercera versión. Representante del Consejo Departamental de Cultura por parte del sector cinematográfico del departamento 2013-2015. jesus.chuchoworld@gmail.com

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