En la historia latinoamericana el populismo, como concepto teórico, ha tenido un rol importante en la inclusión de las mayorías populares en el imaginario del Estado nación. Experiencias populistas ha habido en Brasil, con Getulio Vargas, en Argentina, con Juan Domingo Perón o en México con Lázaro Cárdenas. En Colombia no ha vivido un gobierno populista de estas características y la articulación de las mayorías al Estado nación ha estado mediada por el estrecho margen que permite el sistema clientelista.
Como en varias plazas del país, el cuatro de mayo pasado se vivió en Florencia un fenómeno que no es corriente en Colombia: la apuesta por llenar una plaza pública alrededor de un discurso político. Un discurso con un proyecto de país. No dejaba de ser interesante ver otro mecanismo de articulación de la población de un territorio como el Caquetá al Estado nación que no estuviera marcado por la guerra o por el clientelismo. Fue un fenómeno nuevo y refleja claramente otra propuesta de construcción de nación.
Ahora, ¿Qué viene en términos de las elecciones del 27 de mayo?
Pese al interés de algunos sectores políticos porque los Acuerdos de La Habana no sean protagonistas de estas elecciones (tratando de poner como principal tema de la agenda el tema de la corrupción, por ejemplo), la convergencia de las fuerzas del No bajo la candidatura de Iván Duque han convertido estas elecciones en un segundo round del plebiscito del 2 de octubre de 2016. Y siendo un segundo round hay que decir que las fuerzas del Sí no se unieron. ¿Qué queda? Que los votantes del sí hagan sus “alianzas” de forma individual adscribiendo a uno de los cuatro candidatos que dicen apoyar los acuerdos (sí, incluido Vargas Lleras).
Es difícil leer la votación de Vargas Lleras, con un puesto tan bajo en las encuestas pero con una maquinaria clientelar construida con juicio por varios años. Igual pasa con Fajardo, que no se dejó contar en una consulta, que no tiene maquinaria, que le apuesta a sacar a la calle a los abstencionistas (lo cual es tentador, considerando que son la mayoría de los colombianos) pero que por las encuestas parecería que no lo está logrando. Humberto de la Calle se dejó contar en una consulta de forma precipitada y su votación en el Caquetá fue nimia, siendo incluso superado en el departamento por Juan Fernando Cristo, y pese al poder político liberal en la región encabezado por Álvaro Pacheco y Harry González, no es un secreto que no tiene el apoyo del liberalismo clientelista, que es el que da votos. El último que queda es Petro, para quien ser el puntero de entre los que apoyaron el Sí, o entre los antiuribistas (que es equiparable), le ha servido para recoger naturalmente muchas “alianzas” individuales, de ciudadanos que esperan que el uribismo no vuelva al poder. Petro le apostó a tener una consulta el 11 de marzo y a llenar plazas en todo el país, lo cuál le da una exposición mediática nada despreciable. ¿La coalición del Sí no se hizo entre los líderes políticos, se logrará hacer entre los ciudadanos?
Los resultados de las votaciones del 11 de marzo de 2018 y del 2 de octubre de 2016 muestran una correspondencia geográfica entre la votación del Sí y la votación por Petro. Sin embargo, la votación por este candidato (13236 votos) sigue siendo significativamente inferior a la votación total por el Sí en el Caquetá (39197). ¿Cuántos de estos votos logrará convocar?
Por su parte, la votación por el No en el Caquetá (44282 votos) es equivalente a los 40673 que tuvo la consulta de la derecha, votos que es de esperarse van a ser de Iván Duque. Lo mismo aplica para Colombia donde la votación por el No (6431376 votos) coincide con los 6138503 que tuvo la consulta de la derecha. Se está jugando otra vez el plebiscito y para Petro eso es bueno en la medida en que tiene todavía muchos votos que conseguir en el Caquetá y tendría espacio significativo para crecer en Florencia, San Vicente del Caguán, Cartagena del Chairá y Montañita. En San Vicente del Caguán, por ejemplo, no son muchos los votos que separan a Petro de Duque y la victoria del Sí en el plebiscito fue amplia, no estaría de más que para compensar tan simbólicas victorias del uribismo en San Vicente Petro lograra ganarle a Duque allá.
Tal vez Humberto de La Calle hubiese sido el mejor candidato, pero su posición en las encuestas ha hecho que muchos que lo apoyaron en un principio sientan que ya no es útil votar por él. Y pocas cosas desmotivan tanto a un potencial votante como que su candidato esté de quinto en las encuestas.
La derrota de los Acuerdos de La Habana en el plebiscito del 2 de octubre hizo que a los candidatos les pareciera que tenía un costo político muy alto basar su campaña en la paz. Podría decirse a estas alturas que se equivocaron. Se les olvidó a los candidatos que la derrota del 2 de octubre fue por un margen muy pequeño de votos, la agenda del acuerdo era más amplia que el tema FARC y podía haber sido capitalizada en temas de desarrollo rural, participación política, problema de drogas e incluso anticorrupción. La defensa de la paz pudo haber sido capitalizado políticamente. Las elecciones presidenciales terminaron derivando en un segundo plebiscito y nadie supo recoger esos 6.377.482 votos, una cifra muy cercana para poner presidente.
ANEXO. RESULTADOS CONSULTA LIBERAL 19 DE NOVIEMBRE 2017
*Historiadora de la Universidad de los Andes, magíster en Estudios Políticos de la Universidad Nacional, investigadora del Centro de pensamiento AlaOrilladelRío, Florencia-Caquetá
Foto de portada: Campaña Petro presidente.