Comprender el capitalismo, primer paso para superar la emergencia ambiental

 

 

 

Paula Andrea Moreno Pinzón* 

 

El pasado 6 de julio de 2020 en el corregimiento de Tasajera, en el departamento de Magdalena, murieron 45 personas, por quemaduras de segundo y tercer grado, tras el estallido de un vehículo cisterna que se había volcado en el kilómetro 45 de la vía Ciénaga- Barranquilla. Este accidente ocurrió cuando aproximadamente 120 personas, de este pueblo de pescadores, decidieron arriesgar su vida para tomar el combustible que se había derramado y una chispa desde la batería provocó la explosión (Álvarez, 2020). Este evento que ocurrió en medio de la emergencia sanitaria, que aún azota al país, fue visto como la combinación de un lamentable accidente y el resultado de la irresponsabilidad y, para algunos, la deshonestidad de un pueblo entero que decidió aprovecharse de la tragedia de alguien más.

 

Sin embargo, este corregimiento del municipio de Pueblo Viejo, es uno de los lugares del país que vive en medio de la pobreza y el deterioro ambiental. Su principal actividad económica, la pesca, que entre los años 60 y 70 logró que fuera un pueblo prospero, se vio afectada por la construcción de vías y carreteras sin consideración ambiental. Esta situación afectó la conexión de la Ciénaga con el mar y por ende, disminuyó la reproducción de los peces y destruyó los manglares, al punto de reducir en un 90% la actividad pesquera. Aunado a esto, el Estado se ha caracterizado por su ausencia en el municipio, a pesar de ser considerado internacionalmente como un sitio Ramsar[1] no existen aún planes de manejo ambiental. Por el contrario, como remplazo del Estado, en la década de los 80 ingresó el paramilitarismo que ha azotado la zona con violencia (Estrada, 2020). Finalmente, esto ha generado un contexto de miseria, donde sus habitantes sobreviven de las ventas de comida en la carretera y el mototaxismo, actividades suspendidas en medio de la pandemia.

 

Tras lo sucedido en Tasajera, se encuentra la responsabilidad del Estado, de los intereses económicos de unas minorías y de un modelo occidental de desarrollo que sitúa el crecimiento económico por encima de la vida humana y el medio ambiente. No obstante, para muchos, la responsabilidad de lo sucedido es en su totalidad de la comunidad – acusada de aprovecharse de un siniestro vial- o es equiparable a la de otros actores, como el Estado. En el peor de los casos, no es considerada una tragedia por ocurrir en el marco de un hurto colectivo. Algo similar sucede con la crisis ambiental y el análisis de sus orígenes y por ende, de las acciones que se deben poner en marcha para evitar que avance. Se ha considerado que la distribución de la responsabilidad por la crisis es equitativa para toda la humanidad, en lo que se ha denominado el Antropoceno.  Sin embargo, las ganancias que se han derivado de la exterminación ambiental se ha concentrado en unos pocos. Asimismo, las consecuencias de estos efectos, han recaído en los que menos contribuyen al daño ecológico y que por el contrario, se encuentran en situaciones de pobreza y miseria.

 

De esta manera, detener o al menos disminuir el deterioro ambiental requiere comprender las estructuras que la sostienen. Como lo menciona Haraway (2016), todo se encuentra relacionado y el capitalismo moderno, posterior a la Revolución Industrial, y sus dinámicas se encuentran tras la acelerada transformación ambiental. Desde los planteamientos de Saxe-Fernández (2019), las dinámicas del sistema capitalista históricamente han correspondido con el exterminio de comunidades para la obtención de recursos naturales útiles a lo que occidente ha determinado como progreso. Esto se hace por medio de políticas de seguridad nacional que provienen de guerras y conflictos internacionales promovidos y en los que participan las potencias mundiales, consolidando un entramado estratégico de relaciones geopolíticas que finalmente, termina visibilizándose en eventos como el ocurrido en Tasajera.

 

En efecto, la concentración del capital es equivalente a la concentración de la responsabilidad ambiental. Tan solo el 1% de la población mundial, mantiene el ritmo de producción de combustibles fósiles que se encuentra directamente relacionado con el cambio climático global (Saxe-Fernández, 2019). El 20% de la población mundial consume tres cuartas partes de la energía que se produce en el mundo y la población más pobre a nivel mundial, unas 3500 personas, tan solo produce el 10% de los Gases de Efecto Invernadero, sin embargo, se ubican en los países más vulnerables (Saxe-Fernández, 2019). Los intereses de los más poderosos determinan las acciones que se emprenden para transformar las dinámicas del cambio climático.

 

La responsabilidad no puede atribuirse de manera generalizada a la humanidad. Es imprescindible comprender que el sistema capitalista, sus dinámicas y sus relaciones, conllevan consigo al deterioro ambiental. Por lo cual, comprender los orígenes de la crisis ambiental y denominar adecuadamente esta era, como Capitaloceno, es parte de superar lo que Haraway (2016) denomina la negligencia, proveniente de conocer pero no actuar, ya sea por parte de potencias como Estados Unidos negacionista del cambio climático o de la academia temerosa de adoptar posiciones radicales, es decir que vayan a la raíz del contexto actual para proponer transformación reales y no envueltas en el mismo modelo que originó el deterioro ambiental. Para detener la crisis ambiental, es necesario transformar y fragmentar las relaciones que sostienen un sistema caracterizado por las estructuras de dominación: del hombre sobre la naturaleza, del hombre blanco sobre el hombre mestizo y negro, del hombre sobre la mujer, comprender que el calentamiento global es un fenómeno de clase y que inmersos en el capitalismo muy poco se podrá transformar. Finalmente, debemos ser conscientes de que, en palabras de Haraway (2016), si la tierra perece nosotros perecemos con ella.

 

 

 

*Trabajadora Social y especialista en Acción sin Daño y Construcción de Paz de la Universidad Nacional de Colombia. Estudiante de la Maestría en Estudios Interdisciplinarios sobre el Desarrollo de la Universidad de los Andes. Se ha desempeñado como investigadora en temáticas relacionadas con justicia comunitaria, transformación de conflictos, construcción de paz y desarrollo.

 

 

 

Referencias

 

Álvarez, G (6 de agosto de 2020). Se cumple un mes de la tragedia de Tasajera, Magdalena. W radio. Recuperado de: https://www.wradio.com.co/noticias/regionales/se-cumple-un-mes-de-la-tragedia-en-tasajera-magdalena/20200806/nota/4060782.aspx

 

Estrada, M. (7 de julio de 2020). Lo que hay detrás del accidente de Tasajera. Semana Sostenible. Recuperado de: https://sostenibilidad.semana.com/actualidad/articulo/lo-que-hay-detras-del-accidente-de-tasajera-en-la-troncal-caribe/52686

 

Haraway, D. (2016). Tentacular Thinking. En Staying with the trouble making kin in the Chthulucene, (pp. 30- 57). Londres: Duke University Press.

 

Saxe-Fernández, J. (2019) Capitalismo histórico y contemporáneo (1750-presente): formación social vinculada al colapso climático antropogénico en curso. En Sociología política del colapso climático antropogénico, capitalismo fósil, explotación de combustibles no convencionales y geopolítica de la energía (pp. 39-85). México: Universidad Autónoma de México.

[1] Es la denominación internacional que se le otorga a un humedal considerado de importancia planetaria. Tasajera hace parte de los corregimientos de la Ciénaga Grande por ser un pueblo anfibio (Estrada, 2020).

 

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