Luz Angélica Dueñas Checa, representante de la diáspora colombiana en el Comité Nacional de Participación de la Mesa de Negociación entre el Gobierno Nacional y el Ejército de Liberación Nacional (ELN), nos comparte sus experiencias y desafíos.
Redacción Puerto Reporte, para Alaorilladelrío
Desde México, Luz Angélica Dueñas Checa ha trabajado incansablemente por la paz y la inclusión de las voces diversas en el proceso de negociación. Esta entrevista fue realizada en la ciudad de Leticia (Amazonas), en el marco de uno de los últimos encuentros de la mesa de negociación con las organizaciones de la sociedad civil de la región amazónica.
A la Orilla del Río (AlOdR): Entonces queremos preguntarle, ¿de dónde es oriunda, hace cuánto está residiendo en el exterior, y cómo llegó al Comité Nacional de Paz?
Luz Angélica Dueñas (AD): Hola, muy buenas tardes, muchas gracias A la Orilla del Río por este espacio que permite, desde los territorios, construir y visibilizar esas voces que estamos en diferentes espacios. Yo soy de Pasto, hace ocho años que resido en Ciudad de México (México) y hago parte del Colectivo por la Paz de Colombia desde México, COLPAZ, fundado en el año 2017, con el objetivo de trabajar y desarrollar acciones por la paz de nuestro país con las colombianas y los colombianos que por diferentes razones vivimos en México.
En 2022, fuimos uno de los colectivos promotores y organizadores del Primer Encuentro del Exilio, en el que participaron diferentes organizaciones de colombianas y colombianos, víctimas reconocidas y no reconocidas, organizadas de América, Europa y diferentes partes del mundo. A partir de este encuentro y de las diferentes acciones por la paz se proyectó la visibilización del colectivo y eso nos llevó a estar en el proceso del CNP. El colectivo fue convocado y, en un proceso interno, se escogió mi nombre para hacer este trabajo aquí en el CNP.
AlOdR: ¿Cuáles han sido las dificultades que ha encontrado en los diferentes lugares donde se ha llevado a cabo esta actividad con diversas organizaciones en el marco del CNP?
AD: Bueno, creo que hay muchas dificultades, pero voy a agrupar algunas que me parecen esenciales en este proceso. Primero, hay una brecha muy grande entre quienes estamos en la parte organizativa y política y quienes están en la parte administrativa y logística. Se deben pensar nuevas formas y lógicas de administrar los recursos para cerrar esa brecha y diferencia entre los operadores que exigen ciertas condiciones para la legalización de los recursos a las comunidades que no las tienen, y las personas que estamos visualizando y proyectando los encuentros. Esta es una de las cuestiones más importantes que se han presentado en todos los encuentros territoriales, y si no se supera, difícilmente avanzaremos en el propósito fundamental de este proceso, que es la participación de la Colombia profunda, no de las capitales como Bogotá, Cali o Medellín.
La segunda dificultad es la posibilidad de llegar a actores diversos. Todavía estamos un poco cerrados en el diálogo de los mismos con los mismos y no se ha cumplido la tarea de incluir esas voces diferentes, especialmente de sectores con los que no hemos trabajado, como los gremios económicos, los representantes de la economía extractivista, entre otros.
La tercera dificultad es el tema de la seguridad. Es muy difícil hablar de un proceso de participación cuando en los territorios el conflicto está latente, cuando la gente muchas veces no puede regresar o tiene que dar la vuelta por otro territorio para llegar a su casa. Es necesario que el Estado garantice un cese al fuego multilateral para que la gente cuente con condiciones reales de seguridad para participar.
AlOdR: ¿Qué ha encontrado usted en esta última región que participa en estos encuentros, que nos haga distintos a las demás regiones de Colombia?
AD: Aquí han surgido dos cuestiones muy importantes que no habían salido en otros territorios. Una es el tema ambiental, muy enlazado con el tema económico. La gente aquí está exigiendo, visualizando y solicitando que se dinamicen las economías territoriales propias y que estos encuentros sirvan para que las organizaciones locales sean quienes provean la logística y la organización de lo que siga de aquí en adelante. Otra cuestión es que, por primera vez, se han reunido seis departamentos para pensarse como Amazonía, como un territorio y una región, alrededor de las diferentes apuestas y conflictos que tienen para resolver. Esto ha sido muy novedoso y significativo para las organizaciones sociales.
AlOdR: Frente a la negociación directa entre el gobierno y el ELN, ¿cómo ve las posibilidades de llegar a un acuerdo real que los lleve a la dejación de las armas?
AD: Mantengo la esperanza. Es una respuesta muy difícil porque hay muchas tensiones y crisis en la mesa, pero nuestra apuesta ha sido insistir en que, a pesar de las dificultades, se mantengan en la mesa. Vale mil veces más apostarle a una paz imperfecta que a una guerra perfectamente organizada. La paz no es fácil de construir, pero se ha avanzado significativamente en comparación con procesos anteriores con esta guerrilla. Tenemos la esperanza de que entre el 20 y el 25 de mayo del presente año se firme el punto uno y se empiece la implementación de este proceso de participación. Aunque la situación es difícil, debemos mantener la esperanza y la exigencia de que se mantengan en la mesa.
AlOdR: En los grupos que se hicieron ayer y hoy, el Caquetá fue muy insistente en la presencia de grupos armados y en la dificultad que esto trae para participar y organizarse. ¿Cómo cree que se puede tramitar esto en la negociación con esos grupos?
AD: Creo que el Gobierno tiene un gran reto. No se trata solo de hablar con las partes; el Gobierno debe hacer una fuerte y real presencia en los territorios, no a través de bases militares, sino creando fuentes de trabajo y oportunidades para los jóvenes. Es necesario pensar a largo plazo y no solo en el desmonte de grupos armados, sino en una transformación real que genere posibilidades para que los jóvenes se sientan comprometidos con la dejación de armas. Si no se acaban las condiciones de pobreza y miseria en los territorios, los jóvenes seguirán ingresando a estos grupos armados. Debemos acompañar el diálogo con un proceso de cambio cultural, económico, social y político que trascienda las mesas de negociación.