Compartimos el discurso de Estefanía Ciro Rodríguez, coordinadora de Alaorilladelrío, en el marco de la Asamblea Científico y Popular para la transición económica realizada en la ciudad de Mocoa (Putumayo) el pasado viernes 28 de junio de 2024.
Piedemonte amazónico y selva, Putumayo
Antes que todo, agradezco y pido permiso para conversar sobre la coca en esta tierra que late como él corazón de Colombia, la Amazonia es el corazón de nuestro país. También traigo acá a una planta que aunque no es endémica, es muy poderosa: la cannabis. Sobre su presencia quiero recordar y conmemorar acá la masacre de El Tandil en el hermano departamento de Nariño donde fueron asesinados y desaparecidos campesinos masacrados en el 2017. También en conmemoración a los caídos en las marchas campesinas cocaleras.
Ambas han estado estrechamente conectadas a la vida y la muerte de nuestros pueblos, a la guerra y a la paz, porque en ellas no cabe la idea de “lo bueno” y “lo malo”. Las plantas son medicinas y también han salvado a nuestro pueblo del hambre y el abandono.
Las Naciones Unidas no tuvieron ni tienen el derecho de prohibir ni regular el espíritu de nuestros pueblos, por eso hay que cambiar la ley.
La Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad caminó el país preguntando por ellas, aprendiendo de ellas. También leyó documentos y aprendió de otros países y concluyó varias cosas.
En primer lugar, la coca es fundamental para la pervivencia de las naciones indígenas de nuestro pais y con particular énfasis en nuestra región. Su valor en la raíz espiritual de nuestra nación va desde el poporo en la Sierra Nevada de Santa Marta hasta el mambeo, la coca y el yarumo, el tabaco en las noches de maloka en estas selvas.
En segundo lugar, que el mercado de la cocaína ha sido fundamental para la pervivencia de las vidas campesinas. Las vidas campesinas expulsadas del mundo andino a raíz de las violencias que encontraron en estas selvas un refugio, una oportunidad, una esperanza, su paz. Y sin tener mas, desde los 70s se conectaron a mercados internacionales. Sin mercados de la cocaína o de la marihuana habría miles de campesinos, afro colombianos e indigenas sin de qué vivir en el campo. Esto no es un tema moral, de buenos y malos, de legales y ilegales, por el contrario es un tema de un mercado, un mercado que involucra a gente muy poderosa que se ha enriquecido y ha hecho mucho daño porque han regulado el mercado a su favor. Principalmente el mercado de cocaína. Mientras ellos tienen ganancias por kilo en Londres desde 30 mil dólares, el kilo de pasta apenas está en 2 millones 500. Para monopolizar la pasta base por medio de la fuerza y tener significativo porcentaje de ganancias. Quienes menos ganan son quienes mas violencia reciben y quienes mas ganan son quienes ejercen mas violencias. Y para tener mas poder necesitan pagar mas violencia y necesitan producir cocaína y es un circulo vicioso que se alimenta de una palabra clave: el prohibicionismo. La ilegalización y criminalización lo hace mas violento, mas dañino. Cuando el presidente Gustavo Petro habla de cambiar este paradigma, se refiere a esto. A transitar a otras formas de entender estos mercados.
Acá campesinos y pueblos étnicos han sido víctimas de un modelo de acumulación que se rige desde afuera, que impone precios y costos, violencia y explotación.
Hoy estamos acá para reinvindicar una tercera vía, la de la imaginación, la curiosidad, las ciencias, otras formas de pensarnos nuestra relación con la coca y el cannabis. Una que refiere a cómo enaltecemos el uso espiritual y hacemos que la palabra de la madre sane. Y otra sobre cómo insertamos otros productos que le den vida digna a los campesinos y a los pueblos étnicos para que la coca nos acompañe en paz y sin explotación en nuestras parcelas, en nuestras tierras. La oportunidad de hoy es pensar en farmacéuticas, en fibras, en abonos y mil opciones mas pero bajo modelos dignos, justos, donde el conocimiento de la hoja se mantenga en nuestro pueblo y no se regale al mercado.
Por eso el Programa de Ciencia para la Paz es tan importante.
Y que en este camino traiga paz y prosperidad a un pueblo adolorido, sobreviviente pero resistente y con una vida maravillosa por vivir.
Como amazónica, como académica, como científica, agradezco este esfuerzo.
Vivan las ciencias y los saberes!
Viva el cannabis!
Viva la coca!
Porque no hay matas que matan sino: hay matan que sanan.