La ilusión de la paz total en Caquetá y Putumayo

Opinión: La paz total en el Caquetá y Putumayo es hoy por hoy una ilusión.

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Óscar Neira

La paz total en el Caquetá y Putumayo es hoy por hoy una ilusión. En esto tiene mucho que ver la torpeza del gobierno nacional al promover de manera exclusiva con el EMC FARC —dentro del cual se encuentra el frente Carolina Ramírez—las agendas de negociación sin construir también un escenario de diálogo con los Comandos Bolivarianos de la Frontera —de la Segunda Marquetalia—. Otros motivos que plantearé también explican el fracaso de la política de paz para estos dos departamentos amazónicos.

Agendas de negociación que no abordan las problemáticas y causas de la guerra con todos los actores armados presentes en la región, son tan solo una conversación unidimensional que a la postre termina favoreciendo los posicionamientos narrativos y estratégicos de las partes en conversa.  Este tipo de agendas de conversación exclusiva, con importantes recorridos públicos, también terminan indisponiendo a los no convidados que a la par con sus enemigos fortalecen sus propios aparatos militares y políticos.

Esa falta de abordaje serio a la problemática de la guerra en la Amazonia tiene hoy como consecuencias en el escalamiento de la confrontación armada entre los dos grupos que se disputan regiones enteras entre los ríos, las llanuras y las cordilleras. Asimismo, la serie de asesinatos de campesinos y sus dirigencias, sin responsabilidades claras, en nubarrones correspondientes con los flujos de una guerra desatendida —¿no comprendida?— en las vastas regiones que hoy son el teatro de esos dos grupos.

La confrontación entre los dos grupos ha tenido entonces un abordaje militar contenido y claroscuro tanto para los del EMC como para los Comandos. Desde lo civil institucional el despliegue ha sido muy flojo. La Oficina del Alto Comisionado para la Paz, a quien le corresponde asumir la política de paz, parece estar dando palos de ciego a pesar de los diferentes llamados a la negociación plena de organizaciones sociales y de los mismos actores armados a través de sus comunicados. El foco está en un solo plano de la realidad y lo que también define a la imagen completa no es parte de la mirada del gobierno nacional.

Las fallas en la política de paz para el Caquetá y Putumayo están ahora reproduciéndose en diferentes escenarios de una realidad que desbordó al gobierno en su intención de construir esa ambiciosa agenda de paz totalizante. Como perdieron el foco, el proceso de la Amazonia entró en las periferias de un discurso aglutinante nacional, y en las actuales circunstancias está condenado al fracaso.

En uno de los hechos graves que han venido ocurriendo por la guerra entre los dos grupos armados ilegales que se disputan hoy la Amazonia, hace unas semanas en el Caquetá, ante la vista gorda de las instituciones, se desarrolló un paro armado que impedía el transporte fluvial. Las restricciones a la movilidad afectaron principalmente a las comunidades ribereñas del río Caquetá (zona álgida de disputa entre los dos grupos mencionados) y las ribereñas de los ríos tributarios del Caquetá, uno de ellos el Orteguaza.

Las consecuencias fueron muy graves porque los ríos son el principal escenario de transporte de la región. Por ese medio los habitantes se abastecen de comida, de servicios; por ese medio se interrelacionan con todas las dinámicas del Putumayo y del Caquetá. Que no hubiera tránsito por esos ríos significó que la región estuvo paralizada y aislada por completo. Apenas con un consejo de seguridad departamental realizado en el municipio de Solano, sin la asistencia de las comunidades y de todos los actores institucionales que en teoría deben abordar un asunto de esa naturaleza, el Estado mostró su corto despliegue y al final quedó en al ambiente que el paro había sido un tema de un supuesto audio de los Comandos de la Frontera que se hizo viral por whatsapp en la región de los ríos Orteguaza y Caquetá.

Este hecho es una muestra de la ausencia de claridad en el abordaje de la guerra que está ocurriendo ahora en la Amazonia. Y todos los días están ocurriendo cosas que se quedan en el olvido por el desbordamiento de una realidad no abordada e incomprendida por los agentes del Estado.

Otro de los aspectos clave para el análisis de la política de paz total en estas regiones amazónicas tiene que ver con el relato de que tanto los del Carolina Ramírez como los Comandos son autónomos de una dirección nacional. Esta versión solo puede ser funcional al planteamiento gubernamental de que las nuevos grupos son únicamente bandas multicrimen. La lectura regional ha permitido advertir que los dos grupos en disputa son producto del incumplimiento al Acuerdo de paz durante el gobierno de Duque y sus naturalezas son insurgentes, con sus despliegues políticos en las zonas rurales, aunque son muy diferentes en los modos de operar y en la forma como han planteado sus presencias en la región.

De igual forma, en el análisis de la guerra reciente en la región amazónica se comete un error al afirmar que la confrontación armada entre los dos grupos se inaugura con cada hecho de guerra. Ellos han estado enfrentados desde hace muchos meses y en su desarrollo han tenido varios momentos álgidos, como el del avance del Carolina Ramírez sobre las Piñuñas hace más de un año, o el del repliegue de los Comandos del Caquetá, anunciado en El Espectador como un gesto de deferencia ante una posible negociación. Lo que puede estar pasando ahora es que hay un fortalecimiento y reposicionamiento de las presencias armadas en algunas de las regiones amazónicas y eso genera guerra porque las presencias armadas no son estándares como ocurría antes del Acuerdo de paz con las extintas Farc.

No habrá tregua mientras la paz total se promueva en un escenario parcial en la Amazonia. Otra cosa sería si los dos grupos, como una respuesta al clamor popular, se sentaran a dialogar entre ellos. No sería descabellado, considerando que se trata de personas que en algún momento compartieron sus vidas como combatientes de las extintas Farc. El gobierno también puede promover esos escenarios. Pero están dando palos de ciego. Por eso la paz total en la Amazonia es, por ahora, una ilusión.

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