Caquetá: laboratorio del post-acuerdo

Estereotipado como escenario del fracaso del Caguán o como tierra sin Estado, Caquetá encierra muchos de los elementos claves para el éxito o fracaso del país en posconflicto. Este libro analiza la historia conflictiva de aquel departamento.

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Estefanía Ciro*

Fotografía de portada: Andrés Cardona.

Territorios, conflicto armado y política en el Caquetá: 1900-2010.

Teófilo Vásquez Delgado,

Colección Prometeo, UNIANDES.

2015

Más que buenos y malos

Un campesino del Caquetá le preguntaba a su entrevistador: “¿qué va a pasar con nosotros si la guerrilla deja las armas? ¿Quién nos va a garantizar la seguridad que necesitamos?”. Para algunos habla un guerrillero o un campesino utilizado por los actores armados.

Pero el conflicto armado en Colombia es más que buenos y malos. Y un libro que desentraña parte de la complejidad de la guerra mediante nuevas herramientas teóricas, énfasis disciplinares e información empírica es Territorios, Conflicto Armado y Política en el Caquetá: 1900-2010 de Teófilo Vásquez.

En 1986 se publicó Colonización, Coca y Guerrilla, una investigación de Fernando Cubides, Leónidas Mora y Jaime Jaramillo sobre la colonización y la violencia en el medio y bajo Caguán en el Caquetá. Este texto fue una mirada de primera mano sobre los primeros años de la expansión cocalera, sobre los retos de las negociaciones de paz entre las FARC y el gobierno Betancur, y sobre las alternativas políticas regionales en construcción.

Treinta años después, el trabajo de Vásquez sobre el Caguán es una reflexión urgente sobre el conflicto en la región y la persistencia de demandas históricas no resueltas que el campesino caqueteño ha hecho al Estado colombiano.

Guerra y territorio

Corregimiento de Peñas Coloradas en Caquetá. 800 familias de este pueblo fueron desplazados por el Ejército el 25 de Abril del 2004.
Corregimiento de Peñas Coloradas en Caquetá. 800 familias de este pueblo fueron
desplazados  por el Ejército el 25 de Abril del 2004.
Foto: Andrés Cardona

Vásquez analiza la dimensión territorial del conflicto y propone tres tipos de trayectorias: la de los territorios “estructurados por la guerra”, la de aquellos “en disputa” y la de los “integrados”.

  • Los primeros territorios son aquellos donde los grupos armados y la guerra han sido centrales en la configuración de su identidad y su organización social.
  • Los segundos son lugares donde los grupos armados no logran una conexión efectiva con los procesos sociales y por lo tanto existe una disputa por el control sobre la población.
  • Los territorios integrados son aquellos donde los actores armados no tienen mayor presencia e influencia, como también ocurre en las ciudades mayores del país.

A partir de su propuesta conceptual, Vásquez contrasta dos trayectorias territoriales de la guerra en el Caguán, una región que se configura en torno al río Caguán:

-El piedemonte (donde se encuentra San Vicente del Caguán) es un territorio en disputa, caracterizado por la colonización campesina liberal, la consolidación de la ganadería, el predominio de la gran propiedad, la presencia de las instituciones estatales y en una mayor mediación política de los partidos tradicionales. También es un territorio que ya cerró su frontera agraria, es más urbano y está más conectado.

-El Medio y Bajo Caguán (donde se ubica Cartagena del Chairá) sería un territorio estructurado por la guerra, construido por la aún activa colonización cocalera donde predomina la mediana propiedad, sin suficiente infraestructura que la conecte con el resto del departamento y donde las FARC ejercen como reguladores de la vida social, económica y política, estableciendo un orden insurgente.

Más que “falta de ley”, concluye, lo que hay en estos territorios es una “incesante disputa por la regulación de la vida social y económica de sus pobladores” (página 174). Una recomposición de “órdenes” o “regulaciones” en los que están envueltos estos territorios y por supuesto, sus pobladores.

Órdenes y legitimidades

Este texto hace una crítica a la idea de “la ausencia del Estado” como responsable de la pobreza y el conflicto regional. Por el contrario sostiene que la acción del Estado, rezagada o equivocadamente planteada, ha sido sustituida, complementada o confrontada por actores que reclaman la regulación de estas sociedades (página 177).

El autor explica cómo el Estado colombiano ha estado presente en el Caquetá desde el período cauchero hasta la última etapa de la consolidación de la economía regional de la coca. Esto rebate las ideas simplistas que conciben al Caquetá como “tierra de las FARC” o “tierra sin ley”. Ni es tierra de la guerrilla ni el Estado ha estado ausente, como tantos titulares insisten en repetir.

Desde mi perspectiva, ideas como la de la “ausencia del Estado” han sido el principio rector del Plan Consolidación, cuyo objetivo es el “fortalecimiento institucional” del Estado en regiones donde según sus lineamientos “antes no había Estado”. También se ha convertido en el lugar común de la conversación cotidiana de la mayoría de la población del Caquetá: “estamos abandonados por el Estado”. Este libro permite romper lugares comunes no solo de la opinión pública sino del diseño de la política pública.

El ejercicio de contraste de trayectorias territoriales daría pie a nuevas investigaciones desde la antropología y desde la sociología sobre la legalidad y las diversas formas como se expresa (en forma de “normas”, “leyes”, “regulaciones”, según como se aborde analíticamente) y su legitimidad. Y el Estado es uno más de los actores que produce legalidad en los territorios del conflicto donde se desenvuelve el campesino caqueteño.

De otro lado, ni la “legalidad” ni la obediencia equivalen a legitimidad. También es necesario reflexionar cómo las poblaciones en estos diferentes territorios obedecen, (i)legitiman o se resisten a estas “regulaciones” cuando viven en medio de estas disputas entre órdenes.

En el marco de un post-acuerdo, esta reflexión es central para pensar alternativas reales de paz para estos territorios: cuando el temor a la inseguridad surge por la consolidación del Estado colombiano como el único actor de dominación en sus territorios, ¿cómo construir mecanismos para que los campesinos vean en el Estado un actor legítimo en sus veredas?

Agendas y territorios de paz

Día de conmemoración de las víctimas el 9 de abril de 2015 en Florencia.
Día de conmemoración de las víctimas el 9 de abril de
2015 en Florencia.
Foto: Andrés Cardona

El nuevo libro de Vásquez es muy pertinente en el marco de las negociaciones de La Habana. El autor controvierte los estudios que ven el conflicto armado como producto de intereses exclusivamente económicos, e insiste en que la persistencia del conflicto parte de las demandas campesinas irresueltas por parte del Estado en la región.

Su propuesta de la dimensión territorial de la paz consiste en comprender estas diferencias regionales del conflicto y de la construcción del Estado y así fortalecer agendas de desarrollo y paz que articulen la participación de las comunidades y el Estado para la formulación de políticas del posconflicto.

Como lo señala, cambiar la “interfaz entre el Estado y los campesinos” (página 183), llenar los vacíos institucionales a nivel sub-nacional, fortalecer la democracia rural y el desarrollo territorial. Esto implica unas instituciones distintas de las que operan bajo el Plan Consolidación, que se impone desde Bogotá sobre las comunidades.

También expone su propuesta de largo plazo para que la región pueda llegar a la paz. En particular señala la inserción política de las FARC en la política caqueteña. Uno de los obstáculos para la paz durante la década de 1980 fue el peligro que el ingreso de las FARC a la política representó para el cacicazgo turbayista en la región, lo cual desató una violencia que cerró cualquier espacio para otro partido.

El “modelo Caguán” de desarrollo territorial negociado en ese momento se estrelló contra la negativa a la apertura política de las élites regionales ¿Cuáles son actualmente los espacios políticos regionales para esta inserción?

Este libro es indispensable para quienes busquen acercarse a la complejidad del contexto donde sobrevive el poblador del Caquetá, a las lógicas territoriales del conflicto y al papel de los actores como el Estado, la guerrilla y las élites caqueteñas.

Es un aporte valioso a la comprensión de lo que se cierne sobre las áreas del eventual  conflicto y el claroscuro del camino recorrido de los acuerdos en La Habana y los retos de su práctica.

* Candidata al doctorado en Sociología en la Universidad Nacional Autónoma de México e investigadora de AlaOrilladelRío– Caquetá/Colombia.

**Este texto fue publicado originalmente en el portal RazónPública.

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