La defensa de la vida en la tierra más hermosa

Fotografia: Vista del Caquetá desde el piedemonte de la cordillera oriental. AlaOrilladelRío.

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Jorge Peláez Padilla*

Llegué al Caquetá la tarde del 25 de octubre de 2015. Mi primera visita a la cuenca amazónica, donde el agua brota en cada espacio que alcanzan a abarcar mis ojos mientras el avión aterriza en Florencia. A pesar de años de deforestación, el agua parece resistirse a abandonar este sitio.

Pero resulta que al igual que el agua y la selva, el petróleo y el oro también brotan en el pie de monte amazónico. Empresas como las petroleras Emerald y Pacific Rubiales y la minera Anglo Gold Ashanti, entre muchas otras, pretenden establecerse en este reservorio de vida. Pero como el agua, la selva, el petróleo y el oro, también brota el arraigo a la tierra de caquetenses[1] venidos de muchas partes, de muchas violencias y esperanzas, y que no están dispuestos a que les arrebaten esta nueva tierra que ya es suya. Por esta razón, los habitantes de Valparaíso, San Vicente del Caguán, Belén de los Andaquíes, Albania, Puerto Rico, Florencia, Morelia, San José del Fragua, Cartagena del Chairá; del Caquetá todo y de la Amazonía colombiana, están librando una lucha por la vida y por la tierra. Sumarme a la defensa de este territorio con mis conocimientos y experiencias en torno a situaciones similares en México, fue lo que me llevó hasta el Taller “Estrategias de incursión de empresas minero-energéticas y mecanismos de participación y defensa del territorio de las comunidades”.

AlaOrilladelRio (y no Satena) fue el puente que permitió mi vuelo a todo lo largo de la Cordillera Oriental hasta doblar a la izquierda sobre el Huila (también amenazado por proyectos extractivos) para caer en el pie de monte caquetense. De la mano de Estefanía, Alejandra, Walter, Claudia y Julián, y en una sola noche, pude aprender mucho más que todos los artículos que había devorado días antes de emprender este viaje.

Al llegar el lunes 26 al lugar del Taller, mi fascinación comenzó antes de lo esperado al conocer el Colegio Jean Piaget, esfuerzo de más de 30 años con todos sus días y noches por llevarle a los niños y jóvenes de Florencia una educación de calidad y con compromiso social. Debajo de esa selva que debió poblar todas estas tierras, el calor tropical era apenas perceptible gracias a la conservación de la flora nativa. Al llegar, también nos esperaba ya un auditorio numeroso compuesto por personas de todo el departamento, una conjunción fecunda de campesin@s, maestr@s, estudiant@s, biólog@s, abogad@s. Con una atención que no se dispersó ni por la necesaria ingesta de los sagrados alimentos (sánduches, jugos de mango y mora, empanadas o arepas); ese maravillo auditorio escuchó lo que Natalia, Jorge, Mariana, Óscar y Diana explicaron durante más de 7 horas. Pero claro que no sólo escucharon, también hablaron, compartieron experiencias, contaron historias, hicieron denuncias, y nos enseñaron que mucho de lo que ahí fuimos a decir ellos lo habían vivido en carne propia. En ese intercambio de experiencias e ideas, todos aprendimos acerca de las amenazas extractivas en la región, de cómo irrumpen estas empresas en la vida de los pueblos y cómo estos se han organizado para defender su territorio de la depredación del capitalismo extractivo.

Lo que sucede hoy en Valparaiso (Caquetá), no es muy diferente de la realidad que afecta a gran parte de Nuestra América. En México, la destrucción y contaminación producto de largos años de explotación petrolera en Tabasco, Campeche y Veracruz es un hecho ecocida e injustificable; pero al menos durante todo ese tiempo ese petróleo perteneció a los mexicanos. Hoy, que se comienza a entregar a manos privadas, la destrucción amenaza con extenderse a otras regiones y además empleando técnicas altamente contaminantes (como el fracking) para extraer hidrocarburos no convencionales. Además de los Estados y regiones de siempre, ahora la Huasteca, Nuevo León y Tamaulipas y Coahuila también están en la mira de las compañías petroleras.

Por otra parte, los proyectos mineros han destruido en pocos años cerros enteros, contaminado las fuentes de agua, afectado la estructura productiva de los pobladores y dañado el tejido social en Cerro de San Pedro (San Luis Potosí) Carrizalillo (Guerrero), Peñasquito (Zacatecas), San José del Progreso (Oaxaca) Cananea (Sonora). Pero los pueblos no han callado y han luchado. También, amenazan la Sierra La Laguna y el Municipio de La Paz, (Baja California Sur), la Sierra Norte (Puebla), la Costa Chica y Montaña (Guerrero), Zacualpan y Comala (Colima), entre muchos otros lugares. Pero los pueblos han dicho “No a la Minería”, se han organizado y estos proyectos no han podido comenzar a extraer mineral y dejar su estela de daños.

En el Caquetá, la amenaza es descomunal, y gran parte del departamento ya está lotificado entre empresas petroleras y mineras. Pero como aprendimos tod@s en el taller, mientras más pronto los pueblos le hacen frente a estas compañías, más posibilidades existen para poder parar estos proyectos. Y en esta región, los campesinos y campesinas y todos los pobladores preocupados por el futuro de su espacio vital, han comprendido esto y se han organizado, compartido experiencias y enfrentado a la codicia de los poderosos. También han aprendido a usar el derecho estratégicamente y a empujarlo para que también funcione para ellos; ese derecho que generalmente sólo opera a favor de los poderosos, cuando debería proteger a todos los ciudadanos por igual y particularmente a los más débiles.

Los días posteriores al taller antes de mi regreso a Bogotá, transcurrieron entre amenas y vitales conversaciones, y entre ríos, selva, aves, motos y verde, mucho verde (sí, muchos militares también). También, tuve el privilegio de conocer, aunque sea por pocos minutos, la Escuela Audiovisual Infantil de Belén de los Andaquíes y a su director Alirio González. Un ejemplo más de lo que se puede lograr cuando nuestra mira está en los seres humanos, su formación y crecimiento, y no en los recursos naturales para enriquecimiento de unos cuantos. Finalmente, una caminata arroyo arriba en la Montañita y una copiosa lluvia amazónica cerró mi ciclo en el Caquetá, corto en días pero intenso en experiencias, de esas que no se borran con facilidad.

Si el invasor de este continente (Cristóbal Colón) dicen que dijo al llegar al Caribe aquello de que “esa era la tierra más hermosa que ojos humanos hubieran visto”, ¿qué adjetivos le hubieran quedado para el Caquetá y la Amazonía toda? La codicia de unas cuantas empresas extractivas quieren destruir y contaminar toda esa vida, trastocar las formas de existencia de quienes allí habitan. En este viaje aprendí, que hay mujeres y hombres de estas tierras y de toda Colombia convencidos de que un elemento medular de la construcción de la Paz en esta región, se encuentra en la defensa de la vida, y defender la vida es defender esa agua y esa selva que brota, la tierra que da de comer. Y es también, luchar contra los que ahora niegan la posibilidad de que esa vida sirva para construir la Paz: las empresas mineras y petroleras.

* Academia de Derecho, Universidad Autónoma de la Ciudad de México (UACM) Candidato a Doctor en Ciencias Políticas y Sociales, Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Colaborador en la redacción “Manual antiminero: Guía práctica para las comunidades contra las minas”. Colectivo RADAR

[1] A propósito de una buena conversación con mi compañero de vuelo Florencia-Bogotá en relación con el gentilicio de los pobladores de estas tierras, ¿caqueteños o caquetenses? La discusión está abierta.

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