Arnulfo, amigo, confidente, cómplice, compañero de camino

En la VISUR, Arnulfo ha sido el amigo de todos, el papá grande, el camarada, el que goza y disfruta con las cosas pequeñas, con las flores exóticas, con su huerto, con las frutas amazónicas, con la boruga, la guacamaya, el sancocho, el caldo de cucha, el baño en el río.

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Graciela Uribe*

Los amigos de la vida se construyen y con el tiempo, fortalecen unos lazos que van más allá del tiempo y la distancia. Mi vida estuvo vinculada a la de Arnulfo desde mis primeros pasos en Valparaíso, como directora del naciente colegio Camilo Torres y luego como supervisora de educación. En el contexto de un Caquetá en crecimiento por el auge de la colonización, con el liderazgo de la iglesia se dio la fundación de pueblos, escuelas, colegios, universidad, la construcción de templos y vías de penetración. Fue una época marcada así mismo por el despertar de las movilizaciones campesinas, los sindicatos, la fuerza del magisterio y la disputa de los caciques políticos por el control del territorio.

Me refiero a década del 70, cuando Monseñor Angel Cuniberti y el padre Arnulfo Trujillo, como representantes de la iglesia y directivos de la educación, por el Concordato del Estado con la Iglesia en territorios de misión, fueron sus principales impulsores. El espíritu misionero de llegar a las regiones más pobres y apartadas, la afinidad ideológica, el trabajo compartido, los viajes por el Caquetá profundo, las aventuras de la selva y los ríos, nos unió en esa gesta común de contribuir en la construcción de un Caquetá posible para todos. Imposible olvidar las famosas y, en algunos momentos, fuertes intervenciones de Arnulfo en defensa de los campesinos y maestros frente a las voces del caciquismo político de la época

En la década del 80, el escenario del Caquetá se transforma con la invasión de los cultivos de coca y la presencia del narcotráfico; la expansión de organizaciones armadas al margen de la ley, M-19; FARC; paramilitares. A partir de estos años, Arnulfo se vincula a diferentes parroquias del sur del departamento para ejercer su labor pastoral. Ahora nos une la defensa de los campesinos ante los continuos enfrentamientos entre la guerrilla y el ejército, la violación de los derechos humanos, la tortura y el desplazamiento. Nos adjudicaron en ese entonces el rótulo de “revolucionarios y comunistas” y sí éramos revolucionarios, que no podíamos aceptar los atropellos contra la población, contra los colonos que habíamos acompañado en sus procesos para lograr algún día tener un pedazo de tierra y un rancho dónde vivir.

Es en la Vicaría del Sur, el espacio eclesial que con tanto empeño impulsó durante más de 25 años, donde Arnulfo encuentra su hogar. Una familia que se ha construido con sus aportes, su prudencia y respeto a las diferentes opiniones, sus silencios, su sencillez, sus apuntes agudos y críticos, pero también con su chispa, a través de las coplas con las que generalmente terminaba los largos encuentros de planeación y evaluación. En la VISUR, Arnulfo ha sido el amigo de todos, el papá grande, el camarada, el que goza y disfruta con las cosas pequeñas, con las flores exóticas, con su huerto, con las frutas amazónicas, con la boruga, la guacamaya, el sancocho, el caldo de cucha, el baño en el río.

Y para los campesinos, razón de ser de su compromiso, la persona que llega a sus ranchos, se sienta en la cocina, disfruta su comida, los anima y acompaña en sus proyectos y celebra la Eucaristía en el compartir el pan y el amor de un Dios que se hace pobre entre los pobres.

La VISUR es hija de los sueños de Arnulfo, que encontró en Clara Lucía, Yolima y un grupo de profesionales, el equipo que desde el eje articulador Fe y Vida impulsa y orienta su intervención en los municipios y parroquias del sur, llegando a cientos de familias y organizaciones; en la formación de animadores de la palabra, familias misioneras, jóvenes y niños que sueñan con un futuro mejor; la construcción de granjas amazónicas y la asesoría a organizaciones por la defensa del agua y la vida; el estímulo del sentido de pertenencia al territorio, la participación ciudadana, el respeto y la igualdad de género. Por eso me atrevo a decir, que este es uno de sus más queridos legados, el hogar donde fue feliz y querido por todos, el que seguramente sabrán cuidar como un tesoro y defenderlo, como él lo hiciera, en los momentos de adversidad.

Después de cuarenta años, esta amistad podría decir que es una hermandad. Nuestros caminos nunca se abrieron, con el pasar de los años, de las experiencias vividas, de las frustraciones, pero también de los sueños hechos realidad, no renunciamos a nuestro proyecto de vida. Porque, aunque ahora vivo en Bogotá, el Caquetá continúa siendo mi espacio y referente de vida como persona y como profesional y con la VISUR, que considero también mi familia, he vivido su proceso, compartido mis conocimientos y recibido la sabiduría que acumula el equipo.

Arnulfo, te has adelantado en el camino hacia la casa del Padre, pero siento tu presencia, me acompañan tus recuerdos y la cruz de plata que un día me regalaste, las salidas de campo por la cordillera y los ríos, las muchas reuniones y encuentros con maestros y campesinos, los momentos de tensión, pero también de esparcimiento, el café preparado por ti y acompañado con calentanos, en una de las cafeteras de tu colección y seguro, extrañaré la botella de ginebra que solías regalarme para el cumpleaños. Me duele el alma no poder estar hoy en tu despedida, hablamos el lunes antes de tu cirugía y estabas preocupado por mi recuperación. Yo te comenté, ¡ahora vamos a ser los dos!, te reíste, me dijiste que estabas tranquilo y en las manos de Dios y de los médicos. Y Dios ha querido, que su nuevo hogar ahora era junto a él. Desde allá seguirás los pasos de todos los que te queremos.

Como en nuestros mejores tiempos, con inmenso cariño y gratitud,

Graciela

Bogotá, junio 2 de 2016

*Investigadora del Instituto de Estudios Rurales de la Universidad Javeriana con una amplia trayectoria en el Caquetá. Entre sus publicaciones destaca “Veníamos con una manotada de ambiciones: un aporte a la historia de la colonización del Caquetá”. “Jóvenes, Coca y Amapola. Un estudio sobre las transformaciones socio-culturales en zonas de cultivos ilícitos” y  “El orden de la guerra, las FARC-EP: entre la organización y la política”.

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