Educación popular en contexto: una forma de vivenciar la ciudadanía en el territorio

El presente documento tiene como fin narrar una de las diversas formas de poner en juego los propósitos de la educación popular, y a su vez ejercicios de ciudadanía poco convencionales que trascienden lo teóricamente establecido. En las líneas que siguen se busca dar cuenta de una organización social de base que trabaja en Ciudad Bolívar desde hace trece años y que con algunas acciones plantea formas de pensar y actuar la ciudadanía en el y para el territorio.

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Fernando Cardona*

El caso de la Corporación de Trabajo Comunitario Inti Tekoa y sus apuestas desde la educación popular y la cultura en lo comunitario.

A manera de introducción.

 

La ciudadanía es un concepto complejo en constante mutación, por ello desde diversas disciplinas sociales es cuestionado el determinismo con el que se presenta constantemente, entendido como el reconocimiento por parte del estado a un cierto status social que adquiere el sujeto al pertenecer a la sociedad, este posicionamiento lo pone en una condición de sujeto provisto de deberes y derechos poco claros para quien es investido con este rango, así la ambigüedad y falta de claridad permite pensar que todo o nada puede ser la ciudadanía.

Algunos autores como Adela Cortina (2008) cuestionan esta ambigüedad y postulan como característica de la ciudadanía la posibilidad de gozar de derechos, para ella el término trasciende el simple reconocimiento legal que el estado da por medio de ciertos documentos y lo entiende como una ciudadanía social, en la que los sujetos puedan gozar de los derechos de primera y segunda generación.

Sin embargo, esto cada vez es más complejo de lograr dado que la poca capacidad de los sistemas de gobierno para cumplir con unos mínimos sobre el tema ha hecho que el ciudadano del común crea y se identifique cada vez menos con la democracia y su idea de ciudadanía.

Ante esto Cortina (1997) afirma que “si deseamos asegurar ciudadanos plenos y a la vez una democracia sostenible, la racionalidad de la justicia y el sentido de pertenencia a una comunidad concreta han de ir de la mano” (p. 16)

En este sentido es posible pensar que la combinación de acciones y pensamientos hacen posible un cambio en este proceso, por ello para el caso que nos ocupa se aduce que en la educación existe una oportunidad para trabajar en el cambio de perspectiva y lograr la consolidación de una ciudadanía real emanada desde la práctica, se considera pues a la educación popular una fuente de inspiración para el cambio en la perspectiva de lo que es la ciudadanía.

Uno de los postulados de la educación popular es lograr que los sujetos, mediados por el encuentro formal e informal, en donde es posible aprender, sean capaces de reconocer su potencial transformador y ponerlo en juego para revertir o afirmar situaciones que les afecten positiva o negativamente. Se considera que en esta medida será posible lograr procesos de transformación social desde la base que permitan poner en juego los intereses colectivos de quienes históricamente han sido determinados pero no inacabados.

El presente documento tiene como fin narrar una de las diversas formas de poner en juego los propósitos de la educación popular, y a su vez ejercicios de ciudadanía poco convencionales que trascienden lo teóricamente establecido. En las líneas que siguen se busca dar cuenta de una organización social de base que trabaja en Ciudad Bolívar desde hace trece años y que con algunas acciones plantea formas de pensar y actuar la ciudadanía en el y para el territorio.

Aquí el territorio deja de ser el simple lugar físico y se convierte en el espacio en el que se entablan relaciones asociativas entre los sujetos, hecho que permite dar cuenta de las necesidades del contexto y a su vez plantear soluciones acorde con su propia realidad. Este encuentro de necesidades e identidades hace que el ejercicio ciudadano deje de ser un reconocimiento para convertirse en una práctica, en donde la triada territorio, sujeto y organización social, toman sentido y son determinantes para dar cuenta de por qué y cómo algunos grupos sociales dan respuesta a sus necesidades, desarrollan alternativas de solución y vivencian la ciudadanía.

Con el fin de hacer sencillo el abordaje el documento se ha dividido en dos partes, en la primera de ellas se toman aspectos relevantes de la organización en los que se incluyen sus inicios, su permanencia en el tiempo y sus apuesta futuras en relación a los retos que impone el contexto, en la segunda parte, se revisa la propuesta a la luz del concepto de ciudadanía, intentando dar cuenta de formas diversas de promoverla y vivenciarla desde las organizaciones sociales.

 

El contexto.

Nacer, crecer y vivir en un sector de la ciudad del que muy seguramente la mayoría de quienes no conocen, lo asocian con la delincuencia, el desempleo, desplazamiento, la violencia y un sin número de problemas sociales se convierte en un reto al momento de presentar otra realidad menos densa y oscura de este contexto.

Desde esos espacios marcados por las difíciles condiciones sociales, crecen y se fortalecen comunidades que más que querer hablar de sus debilidades, desean resaltar sus capacidades y potencialidades.

Capacidades que se fortalecen cuando hombres y mujeres deciden unirse para revertir situaciones adversas o simplemente porque identifican potencialidades que pueden ayudar a construir comunidad.

Estas acciones se convierten en dinamizadores sociales. Por un lado y sin proponérselo, ayudan en la reconstrucción del tejido social; por otro lado, llevan implícita una fuerte intencionalidad, esto es, adquirir herramientas que permite a las comunidades ser protagonistas de su propio cambio.

Con la idea de buscar cómo desde adentro se presenta, a sí mismo como al exterior, que la vida allí no es bicolor, que esta posee una variedad de matices acompañada de emociones y cualidades que pueden aportar a la sociedad, los miembros de la comunidad convencidos de que tienen la capacidad para trascender el simple hecho de ser receptores de cuanto ideal o pretensión tengan los otros en relación a un nosotros, adelantan acciones que demuestra que son sujetos capaces y activos para proponer, desarrollar y transformar la realidad.

Es precisamente en este espacio colorido donde surgen propuestas comunitarias con el convencimiento que es con la comunidad la que puede transformar el contexto y revertir situaciones que afectan de forma negativa la vida. Aquí el lugar físico, el territorio, toma un sentido amplio que trasciende el simple hecho de habitarlo y se configura como espacio cargado de simbolismo, identidad y arraigo que permite dar sentido a lo que se hace con todos y para todos. Se da por ello una re significación de los sentidos y los sujetos que hacen parte de un mismo lugar, ante ello López (2010) afirma que.

“Tal vez la resignificación sea una forma de hibridación o una característica de ella, en la que se evidencia la necesidad y la capacidad a la vez, de dar un sentido nuevo a lo que se hace, de construir y llenar la realidad de nuevas prácticas que den cuenta de formas diferenciadas de ver el mundo.” (2010. p. 118).

En este contexto nace la Corporación de Trabajo Comunitario Inti Tekoa, una organización social de base, que se encuentra ubicada en la localidad de Ciudad Bolívar al sur de Bogotá. El nombre es el resultado de la combinación de dos términos derivados de los pueblos originarios de América, Inti (de origen quechua y que significa sol) y Tekoa (utilizado por varios pueblos que traduce; asentamiento, comunidad o aldea). Para la organización el nombre es una forma simbólica de convocar a la comunidad a reconocer sus capacidades y ser protagonista de su propio cambio

Su gente y sus raíces

Los miembros fundadores de Inti Tekoa, son egresados del Instituto Cerros del Sur e Instituto Social Nocturno de Enseñanza Media (ICES/ISNEM). Este es un colegio privado que se encuentra ubicado en la localidad de Ciudad Bolívar, en el barrio Potosí. Su énfasis educativo está cimentado sobre la teoría de la educación popular y desde su PEI, escuela comunidad, plantea que la escuela debe trascender los muros físicos de la institución y vincularse con la realidad del contexto en el que está inmersa, además de ello deber formar sujetos críticos y comprometidos con su propia comunidad.

Al parecer con Inti Tekoa se materializa este proceso educativo, ya que al indagar sobre el surgimiento y su razón de ser, existen fuertes elementos que permiten ver que el proceso educativo y las formas de reflexionar y actuar sobre la realidad tiene lazos de conexión entre lo que propone la educación popular y lo planteado e instruido desde la institución.

El surgimiento de Inti Tekoa se remonta a la decisión de un grupo de jóvenes que toman la iniciativa de conformar el primer grupo de ex alumnos del ICES/ISNEM. Para el año 2002 la institución, transitaba por un período interesante, pues era la primera vez que un número amplio de sus estudiantes se motivaban y lograba ingresar a estudiar en distintas universidades del país, entre ellas: la Universidad de los Andes[1], la Pedagógica, la Distrital[2], la Libre, la Central[3], CENDA[4] y la Piloto. Este hecho estuvo marcado por el interés, no solo de los futuros profesionales sino de un grupo amplio de egresados de la institución, que deseaban brindar a los niños y jóvenes del sector espacios de formación alternativa para la ocupación del tiempo libre. En este sentido, el grupo de ex alumnos, acompañado por algunos docentes de la misma institución, fue el encargado de dinamizar varios de esos espacios en los cuales se impulsó la creación de un periódico comunitario, cursos de manualidades, diferentes actividades recreativas y grupos de estudio. En un principio el grupo llegó a estar conformado por treinta y cinco egresados quienes se distribuían las labores por interés y habilidades. Sin embargo después de dos años, por diversas razones, el colectivo se desintegro y quedo reducido a siete personas quienes entusiasmados por seguir ayudando en la comunidad continuaron con el propósito inicial.

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Grupo de ex alumnos. Salida de integración a Monserrate. De izquierda a derecha se encuentra Viviana Gómez, William Zapata, Mari Luz Rayo, Cindy Cárdenas, Tatiana Murillo, Alexandra Chilito. Fuente: archivo de la organización. (2003).

Este nuevo grupo se caracterizó por realizar diversas acciones, sin embargo, en la mayoría de casos eran actividades puntuales en fechas como: el día de la mujer, el día de la madre, el día del niño o navidad, ya que la responsabilidad con el proceso formativo de la universidad hacia que el tiempo fuera reducido para adelantar procesos de mayor trascendencia con la comunidad. Aun así las ganas de aportar se mantenían y la amistad se fortalecía por medio de encuentros en los que primaba la solidaridad y los intereses comunes por nutrirse a partir de las nuevas vivencias que se tenían como estudiantes, algunos, y como aspirantes acceder a la educación superior otros.

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Miembros fundadores de Inti Tekoa en la celebración cumpleaños de Tatiana Murillo. De izquierda a derecha: Edison Aguirre (Docente de artes), Dimelsa Agudelo (Psicóloga), Tatiana Murillo (Docente de literatura y lengua castellana) Miguel Castellanos (Psicólogo) Viviana Gómez (Administradora de empresas) Fernando Cardona (Politólogo) Miller Jiménez (Ingeniero de sistemas). Fuente: archivo de la organización. (2004).

Este deseo de querer ayudar que movía y mueve a la organización puede ser visto como el resultado de un proceso derivado del enfoque de la educación popular, pues la institución educativa promueve el compromiso en sus estudiantes, como sujetos históricos, de no olvidar el contexto al que se pertenece y en ese sentido intentar ayudar en su transformación, emana así una forma de auto reconocimiento que luego desemboca en sentido de pertenecía e involucramiento con la realidad

Una de las primeras propuestas con los que el grupo presento mayor claridad fue el proyecto de orientación vocacional. Este fue el resultado de las distintas situaciones que afrontaron quienes ingresaron a la universidad de los Andes, ya con algo de experiencia en el ámbito académico, identificaban que existían diversos problemas para que los jóvenes de la comunidad pudieran acceder a la educación superior, entre ellos; poca información, bajo interés de los estudiantes, orientación errada o poca motivación desde las familias, en los casos que se tenía la motivación no se tenía claro qué implicaba estudiar determinadas carreras. La ejecución del proyecto le permitió al grupo ampliar la perceptiva entorno a lo que podían aportar en lo comunitario e iniciar nuevas formas de fortalecimiento interno, entre las que se contaban clases de inglés, formación política y elaboración de proyectos. En paralelo realizan procesos de articulación con otras propuestas organizativas del sector.

Con el tiempo fueron surgiendo otras ideas que dieron nuevos rumbos y alimentaron el propósito de motivar a su propia comunidad para que, como el sol, irradiara y fortaleciera propuestas que dejaran ver que el sector y su gente eran algo más que lo que contaban otros sobre su realidad, en el marco de este propósito nace el Carnavalito por la Vida y el Amor una propuesta educativa y cultural que reivindica la vida, alimenta el sentido de pertenencia, crea lazos de trabajo colectivo y afianza las relaciones con los vecinos. Este proyecto, junto con el de orientación vocacional, toman amplia fuerza debido al carácter vinculante de la comunidad, en él se motiva a madres comunitarias y a padres de familia para que además de denunciar la violencia que azota el sector se congreguen alrededor de las niñas y los niños y de esta manera reconocerlos y visibilizarlos como agentes determinantes en la construcción de una nueva sociedad. El Carnavalito pone a los miembros de la comunidad en un punto protagónico, esta vez no son otros los que se encargan de hacer algo para ellos, los responsables directos son sus mismos miembros que ponen en juego su capacidad, habilidad, creatividad e interés por hacer para ellos mismos. Este hecho configura una nueva forma de verse y actuar en el espacio social y motiva a otros a trascender del papel de espectadores a ocupar el rol de protagonistas.

En paralelo a estas propuestas la organización desarrollaba otras acciones menos amplias, pero que le llevaban a pensar en la apertura de un espacio físico que permitiera ampliar su radio de acción, con esta idea y movidos por las ganas de seguir trabajando se determinó que todos los integrantes de la organización asumirían el costo de alquilar un espacio físico y en el mes de diciembre de 2013 abrieron las puertas de la sede de Inti Tekoa, en el barrio Caracolí de la misma localidad. Ubicarse en este lugar obedeció a una situación estratégica de cercanía y pertinencia. La cercanía en relación al trabajo que adelantan con las madres comunitarias de barrios vecinos y los apoyos que realizan en actividades con otras organizaciones y la pertinencia determinada por la necesidad de intervenir en un sector con difíciles condiciones sociales, receptor de un número significativo de desplazados y con alto índice de población infantil y juvenil que presenta problemas educativos, pocas alternativas de ocupación del tiempo libre, consumo de sustancias psicoactivas, reclutamiento de bandas criminales y diversos problemas sociales.

La apertura de una sede permite ofrecer nuevas actividades a la comunidad y hacer más visible a la organización en el territorio. Al momento han pasado casi tres años de la apertura del espacio y han logrado la donación de varios elementos, entre ellas; una sala de sistemas que se puso a disposición de la comunidad y que después de varias gestiones fue remodelada y dotada de nuevos equipos por la fundación Vased[1], con otros apoyos se logró obtener una biblioteca y la adecuación de algunos espacios. Así mismo han firmado convenios con universidades como: la Pedagógica, Uniminuto y los Andes. Los procesos de vinculación de estos y nuevos aliados están determinados por dos factores, el primero, por los intereses que persigue la organización, que no es más que promover en la comunidad ejercicios de auto reconocimiento de capacidades y habilidades que se pueden poner al servicio de todos, ejemplo de ello es el carnavalito por la vida y el amor, el club de robótica o el club ambiental. El segundo, depende de los intereses y necesidades presentes en la comunidad y que en dialogo colectivo se busca dar respuesta, por ejemplo; la solicitud para realizar refuerzo escolar, acompañamiento de tareas, recibir formación en una segunda lengua o realizar procesos de capacitación tecnológica. En este sentido comunidad y organización se encuentran y buscan dar respuesta a una necesidad o problemática que afecta al colectivo.

En el desarrollo de las distintas acciones se intenta medir el nivel de impacto y la calidad de respuesta que se dio a la necesidad identificada por la organización o referenciada por la comunidad, sin embargo este proceso no posee una forma sistemática y ordenada. Simplemente se recurre al dialogo informal en la que la comunidad y la organización evalúan, a partir de lo ejecutado, los posibles impactos o no del proceso. Esta situación en los últimos años se ha identificado como una debilidad, dado que ello no permite tener datos exactos de lo que se logra, e igualmente en algunos casos ha limitado la colaboración de otras organizaciones que ven como necesario este seguimiento. Ante el hecho, en el último año se han intentado aplicar algunos instrumentos que permitan medir los impactos, pero no se ha logrado con mucho éxito, según la organización, debido a la poca constancia y la falta de conocimiento para lograr mejores resultados.

Cabe mencionar que uno de los elementos característicos de esta organización es que de los doce miembros que en la actualidad la conforman, siete viven en el mismo barrio en el que está la sede y el restante en distintos puntos de la localidad. Este dato es importante ya que da cuenta de un posible sentido de identidad con el territorio que hace que se mantengan activos y se conviertan en actores motivantes del resto de la comunidad.  

La ciudadanía y su lectura desde Inti Tekoa.

 

No es que queremos vivir así, es que queremos vivir aquí. Amparo García, líder comunitaria. Puerto Rico.

El concepto de ciudadanía y sus implicaciones sociales están en continua transformación, si se quiere son aspectos cuestionados que convocan a discusión constante en la que se indaga sobre el papel del sujeto en un mundo cada vez más interconectado. Un ejemplo de ello son los planteamientos desde la academia, los teóricos y las ONG´s[2] que aducen la necesaria revisión del concepto buscando dar orientación sobre lo que implica ser ciudadano en el nuevo orden social. En este sentido Gasca y Olvera (2011) aducen que

“Las transformaciones que se derivan de los procesos de globalización han cambiado el sentido con que se observa la realidad y, por ende, el sentido con el que ésta se modifica considerando diversos contextos, así como los impactos multifacéticos de alcance internacional, regional, nacional y local”. (2011, p.40)

Este proceso de cambio, cada vez más rápido, al parecer ha generado ciertos retrocesos a nivel democrático, los mismos autores aducen que hoy existe una distancia mucho más amplia entre gobernantes y gobernados a lo que se suma la amplia apatía por la democracia y la idea de ciudadanía.

Este hecho no es ajeno a contexto como el nuestro y se convierten en detonantes de nuevas formas de concebir la ciudadanía. El cuestionamiento más que teórico se evidencia en prácticas en las que, sobre todo las organizaciones de la sociedad civil, desarrollan diversas acciones ciudadanas que trascienden la accesión más general del concepto y se posicionan como ejercicios de resistencia y re significación de su rol como ciudadanos. Así se intenta romper con el discurso entorno a una igualdad que se da por sentada y debela lo ya identificado por Marshall (1949) quien afirma que “La ciudadanía es un status que se otorga a los que son miembros de pleno derecho de una comunidad. Todos los que poseen ese status son iguales en lo que se refiere a los derechos y deberes que implica.” (p. 312) sin embargo el mismo autor a duce que esa igualdad mediada por los derechos y deberes sirvió como un instrumento para mantener y afianzar la forma capitalista de desigualdad.

Partiendo de que todos los hombres eran libres y, en teoría, capaces de disfrutar de derechos, se fue enriqueciendo el conjunto de derechos de que podían disfrutar. Pero estos derechos no entraron en conflicto con las desigualdades de la sociedad capitalista; eran, por el contrario, necesarios para el mantenimiento de esa forma particular de desigualdad. (1949, p. 315).

Es posible aducir que las últimas décadas han estado marcadas por la presión, desde distintos ámbitos sociales, por posicionar los derechos como un discurso que controvierta y haga realidad la igualdad social, donde la ciudadanía pase de ser el simple reconocimiento de pertenecer a un estado a ser realmente un espacio de goce y disfrute de derechos. Sin embargo la realidad sigue siendo la misma, por lo menos para aquellos sujetos que pertenecen a las clases menos favorecidas, donde su status de ciudadano no pasa de ser una forma de ser uno más en el montón, así lo que se promulga como ciudadanía mantiene intacto los intereses estructurales de un sistema mediado por el individualismo, las prácticas inadecuada de la política, el interés económico y las ansias de poder, haciendo a un más vigente la posición crítica de Marshall.

Ante ello han nacido propuestas, en su mayoría surgidas de las propias comunidades que hacen resistencia y abogan por lograr la vivencia de la ciudadanía más allá de su enunciación. En este sentido tomar una organización de base en particular nos servirá para indagar sobre cómo algunos procesos en específico pueden guardar relación con formas alternativas de vivenciar la ciudadanía.

Para el caso que nos ocupa tomaremos tres de las propuestas que adelanta la Corporación Inti Tekoa en el contexto en que hace presencia.

  1. El carnavalito por la vida y el amor: un ejercicio de afirmación y movilización ciudadana.

Uno de los proyectos con los que Inti Tekoa ha trabajado no solamente la identidad y el sentido de pertenencia por el territorio, sino que además promueve la ciudadanía activa, propositiva y vinculante se denominada Carnavalito por la Vida y el Amor, un ejercicio de formación ciudadana enmarcado en los postulados de la educación popular que ha logrado que las y los participantes pongan aprueba la capacidad de leer su contexto, sean críticos ante los acontecimientos que acaece en el interior de su comunidad y propongan acciones políticas que reviertan o fortalezcan su impacto.

En este sentido la propuesta nace como un ejercicio de denuncia ante las muertes violentas de jóvenes al interior de la localidad, pero además como una forma de reconocimiento y afirmación del papel las niñas, los niños, las madres comunitarias[3] y los padres de familia al interior de la comunidad.

Durante el año 2005 e inicios del 2006 la localidad, enfrentaba un difícil episodio de violencia propiciado por una serie de circunstancias que ponían en peligro la vida de los pobladores y presentaba las muertes violentas como actos cotidianos sin relevancia. En aquel momento el blanco de los asesinatos eran jóvenes de todas las edades, que sin razón eran ultimados a cualquier hora del día y en todo tipo de espacios: las tiendas, las esquinas o las calles. En la mayoría de casos tanto los autores, como las circunstancias eran desconocidos. Esta situación llevó a que la comunidad junto con algunas organizaciones sociales, realizarán lo que se denominó “Marcha por la Vida”[4], acción que buscaba hacer un llamado a propios y extraños sobre el valor de la vida y la importancia por defenderla. A lo anterior se sumaron acciones sectorizadas que incluían actos culturales, cine foros, actividades deportivas y un sin número de ejercicios que sensibilizaban sobre el valor de la vida.

En esta dinámica, Inti Tekoa, aportaba en la propuesta, y por ello realizaba actividades en las que resaltaba el valor por la vida y la importancia de defenderla.

A estas acciones de rechazo a la muerte sistemática, se sumó el interés por hacer visibles tres grupos sociales que tiene un nivel de importancia para la construcción de sociedad y que al conjugarlos es posible hacer que el concepto de ciudadanía trascienda del simple reconocimiento a su real vivencia.

El ciudadano infantil

Los niños y niñas de sectores como Ciudad Bolívar son una población bastante vulnerable, no solamente por su indefensión sino por la posición que ocupan en los imaginarios de algunos adultos, que los conciben como sujetos poco relevantes para la trasformación social. Este hecho hace que la vulneración de sus derechos sea una constante en el contexto familiar y comunitario, ante ello el carnavalito pone en el centro de su propuesta a las niñas y los niños, a quienes se les considera sujetos claves y determinantes en la construcción de una nueva sociedad pensada desde lo colectivo, permeada por el deseo de lograr un equilibrio entre la raza humana y el resto de la naturaleza, por ello las acciones que se adelantan con los pequeños están encaminadas a infundir en ellos respeto, solidaridad y especialmente amor por la vida. El propósito de esta propuesta en relación a los niños se resume en su nombre, Carnavalito por la Vida y el Amor, una fiesta en la que se resalta la importancia de la niñez y en la que se convoca a que los adultos reconozcan la necesidad de velar por los derechos de las y los niños.

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Fotografía: Inti Tekoa

La ciudadanía femenina encarnada en las madres comunitarias.

En el caso de las mujeres, el carnavalito busca que las madres comunitarias, reconozcan su papel trascendental en la construcción de comunidad. Muchas de ellas llevan varias décadas destinando su tiempo, recursos y vida a la formación de las niñas y los niños, sin embargo para ellas y para la comunidad esto parece una acción poco relevante y por ello nada visible, en este sentido desde sus inicios el carnavalito posicionó a las mujeres como agentes dinamizadores, incidentes y determinantes en la construcción de nuevas formas de actuar ante la realidad, por ello desde hace nueve años trabaja constantemente en este reto, y aun cuando los avances son lentos es posible encontrar en ellas discursos mucho más elaborados entorno a su importancia y necesario aporte en la construcción de sociedad en el ámbito local. En este sentido es posible hablar de que las mujeres trascienden la definición tradicional de la ciudadanía en la que son simples cuerpos reconocidos por el estamento público y pasan hacer agentes que sienten y viven la ciudadanía.

Los padres de familia y la ciudadanía colectiva.

Finalmente, un grupo social muy importante para la propuesta cultural son los padres de familia, su relevancia surge cuando se identifica que con ellos se debe trabajar en procesos de sensibilidad en los que se resalte el valor que tiene los niños al momento de plantear la construcción de una nueva sociedad. Esto obedece a que se evidencian situaciones en las que los padres de familia poco prestan atención a sus hijos y consideran que su papel como tutores se limita a velar por los cuidados básicos como la alimentación y la salud, ya que aspectos como lo educativo se le delega a la escuela y en este caso al hogar comunitario y lo formativo y cultural no se consideran importantes. Esta situación hace que en muchos casos exista un total desconocimiento del papel como padres y la responsabilidad que deben asumir no solo en el cuidado, sino el trato y orientación del menor, en este sentido la propuesta formativa está dirigida a promover reflexiones sobre su papel orientador y el nivel de responsabilidad que deben asumir con el menor, la comunidad y la sociedad, en tanto que sus hijos ocuparan un lugar en ella y su incidencia estará determinada por la orientación que se reciba desde casa. Durante el evento los padres de familia deben asumir un rol activo y participativo permitiendo con esto que sus hijos disfruten de su ciudadanía, desde los intereses que los mueve la edad.

Así el fin del carnavalito es reivindicar la vida, promover la colaboración, fortalecer los lazos comunitarios y resaltar la importancia del trabajo con la primera infancia, además permite mostrar que la ciudadanía es más que un asunto de simple participación electoral y se posiciona como un ejercicio de reconocimiento y auto reconocimiento para vivenciar la ciudadanía y motivar a otros para que hagan lo propio.

La educación popular y la ciudadanía digital

Cimentados en el paradigma de la educación popular la corporación Inti Tekoa apuesta por ampliar el disfrute de derechos en diversos ámbitos. En este caso su propósito consiste en brindar espacios de formación para toda la comunidad en el uso y manejo de herramientas tecnológicas y de esta manera buscar la inserción real de los habitantes del sector en el ámbito de la ciudadanía digital.

Entendemos como ciudadanía digital lo anunciado por Robles (2009) como “aquel individuo, ciudadano o no, de otra comunidad o Estado, que ejerce la totalidad o parte de sus derechos políticos o sociales a través de Internet de forma independiente o por medio de su pertenencia a una comunidad virtual” (p. 55). Según el mismo autor, este tipo de ciudadanía está condicionada por tres elementos a saber: tener acceso a internet, poseer habilidades digitales, tener una percepción de la utilidad que presta la tecnología.

En el caso de Inti Tekoa se identificó como problemático el difícil acceso que tienen los pobladores a los nuevos sistemas de comunicación proporcionados por la tecnología. En uno de los diagnósticos adelantados por la misma organización, se encontró que para muchas personas, en especial adultas y adultos mayores, la relación con elementos tecnológicos como el computador y los teléfonos inteligentes o el acceso a la conexión de internet es casi nula, y en aquellos casos quienes los manejan no logran pasar de realizar operaciones básicas como acceder a redes sociales y utilizar algunas aplicaciones. Ante esto la organización se dio a la tarea de gestionar una sala de sistemas con la que fuera posible abrir espacios de formación a estos grupos sociales, permitiendo la inclusión en el mundo digital y promoviendo a su vez la conjugación de saberes tradicionales con nuevas forma de aprendizaje, este hecho abrió la posibilidad para que algunos de los participantes lograran avances en el uso de programas y herramientas de comunicación que les posibilitaron tener contacto con familiares y conocidos en otros lugares de la geografía nacional.

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Fotografía: Inti Tekoa.

El programa busca que la generación más adulta del sector logre acercamiento al mundo tecnológico y comprenda como los procesos de comunicación modernos permiten acortar distancias, acceder a nueva información y gozar de formas de aprendizaje moderno.

Esta forma de operar, a partir de una necesidad identificada por la organización, deja ver como desde el ámbito comunitario se identifican insuficiencias sociales y se devela la vulneración de derechos a aquellos ciudadanos que las normas determinan como iguales, pero que en su realidad más particular no trasciende de lo consignado en el papel.

Cabe mencionar que si bien existen diversos programas de ciudadanía digital desde el ente público[5], la gran mayoría están restringidos a la población en general, pues estos se destina a personas vinculadas con el mismo estado, ya sea como docente, servidor o estudiante, pero muy pocos se abren para el libre acceso de todo el público, y en los casos que se posibilita, terminan siendo restringidas debido a que no todos en la comunidad tiene un computador personal o aquellos que los tienen no siempre cuenta con servicio de internet, o en su defecto no saben manejar los equipos, ya que en la mayoría de casos los que adquirir elementos como un computador lo hacen como respuesta a una necesidad de su familia en la que los menores son los directamente beneficiados. En este sentido, propuestas como las que desarrolla Inti Tekoa abren la posibilidad para que la población cercana a la organización pueda acceder a uno de los tantos derechos que el estado debe garantizar para el disfrute pleno de la ciudadanía, pero que no hace.

El refuerzo escolar y acompañamiento de tareas una necesidad emanada desde a comunidad.

Son diversos lo autores que aducen que la escuela está en crisis (Freire, Girox, MacLaren, Apple) ello debido a que las viejas formas de enseñar siguen incrustadas en lo más profundo de la educación, en este sentido lo que se enseña en la escuela más que orientar hacia una posición crítica y propositiva en relación a la realidad en la que está inmerso el sujeto que aprende, se centra en la repetición y el conductismo académico considera al educando como un objeto manipulable que deber se moldeado para dar respuesta a la estructura de dominación vigente. Tal como lo afirma Freire (1965).

“Educar, entonces, es todo lo contrario a “hacer pensar”, y mucho más aún es la negación de todas las posibilidades transformadoras del individuo vueltas hacia el ambiente natural y social en el cual le tocará vivir. Se convertirá, sin quererlo, por efecto de esta situación aliéname, en un miembro más del statu quo.” (1965, p. 5)

Este acartonado proceso de educación no es un ajeno a los espacios de formación en los que los niños y jóvenes de Ciudad Bolívar reciben instrucciones de repetición y donde en muy pocos casos se les convoca a expresar su pensamiento y enunciar sus diversas formas de ver y concebir el mundo. Este hecho ha provocado una crisis en el proceso formativo que se evidencia en “bajo” rendimiento académico, rechazo a la formación y deserción escolar. Anudado a esto se producen otros problemas como violencia intrafamiliar, consumo de sustancias psicoactivas y reclutamiento en bandas criminales.

Ante esta realidad la comunidad ha acudido a Inti Tekoa solicitando la apertura de espacios de formación y refuerzo académico como alternativa de mitigación a la deserción escolar y ocupación del tiempo libre de niños y jóvenes. Este ejercicio de trabajo colectivo entre comunidad y organización ha permitido que esta sea referente de apoyo a los problemas sociales que afectan a la comunidad.

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Fotografía: Inti Tekoa.

La responsabilidad delegada a la organización ha sido tomada como un gesto de aprobación y apoyo a los propósitos de Inti Tekoa, hecho que permite el despliegue de metodologías propias combinadas con elementos de la educación popular en donde se motiva a los participantes a desarrollar una mirada reflexiva sobre su realidad tomando como base las asignaturas tradicionales que se abordan en la escuela, este ejercicio ha permitido que el aprendizaje tenga mayor significado para los niños y jóvenes, además ha encontrado resonancia en otros espacios académicos que consideran innovadora la propuesta y por ello se vincula en su apoyo, ejemplo de ello son dos proyectos que adelantan con la universidad Pedagógica (círculo del afecto) y la universidad de los Andes. (Quinta dimensión).

Por su parte la universidad Minuto de Dios se ha convertido en un aliado importante para el programa de refuerzo escolar, debido a que muchos de los problemas se presentan con el área de matemáticas y español, y aun cuando los estudiantes de práctica no son expertos en los temas reciben instrucción sobre el acompañamiento el cual está marcado por un ambiente académico desvinculado de las prácticas tradicionales de la escuela, en este sentido se motiva el aprendizaje desde la pedagogía de la pregunta y se introducen actividades lúdicas que permiten el aprendizaje significativo.

Este espacio de respuesta a los problemas de la escuela y las necesidades de la comunidad se convierte en una forma de impedir la vulneración de derechos y convoca a un ejercicio alternativo de ciudadanía desde la resistencia.

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Fotografía: Inti Tekoa.

Conclusiones

Propuestas comunitarias como las que adelanta Inti Tekoa se pueden interpretar como una apuesta por la visibilidad y el empoderamiento con el territorio, desde sus acciones se convoca a los habitantes a que asuman un papel activo y propositivo en relación a la realidad que los aqueja. Contrario a otros procesos, aquí se invita a los habitantes a romper con el imaginario de la imposibilidad y se les pone en un papel protagónico en el que deben asumir y proponer cambios positivos de forma colectiva. Este hecho pone al ciudadano en un estado de movilidad que lo posiciona como agente determínate de su realidad y lo hace consiente de su necesaria participación en el cambio social. Así, la ciudadanía deja de ser el simple reconocimiento del sujeto en el entramado social y pasa hacer una práctica en la que el actuar del ciudadano determina la ciudadanía.

Es posible pensar que algunos elementos de la educación popular aportan en el posicionamiento de discursos transformadores centrados en el sujeto colectivo, abriendo espacio a una forma de liderazgo que da respuesta a las necesidades de un nosotros, hecho que compromete y crea sentido de pertenencia e identidad con lo que se hace. Este enfoque vincula al sujeto como un agente provisto de capacidades suficientes para discutir, proponer y desarrollar diversas formas de actuar.

Al parecer los contextos donde emergen complejas situaciones sociales se convierten en detonantes de procesos de resistencia y reivindicación, aquí los sujetos se organizan con el firme propósito de cambiar situaciones adversas y con poca conciencia en el hecho, muestran que la ciudadanía trasciende el imaginario de ser reconocidos como agentes provistos de deberes y derechos y se posicionan como ciudadanos activos que buscan la reafirmación de sus derechos.

El agenciamiento del desarrollo local está dado por la capacidad que tiene las comunidades para identificar sus problemas y plantear soluciones a las mismas, en este caso existe un distanciamiento del sistema de gobierno y un ejercicio de resistencia que busca dar sentido a lo propio y reivindica nuevas formas de estar en la sociedad.

Trabajar desde el enfoque pedagógico de la educación popular permite hacer consientes a los sujetos de su protagonismo a la hora de generar cambios o proponer nuevas cosas a nivel individual y colectivo, además ayuda en la construcción de sujetos críticos en relación a su realidad, posibilitando que se sientan parte de la solución y no del problema.

Bibliografía.

Cortina, A (2008), “Ciudadanía: verdadera levadura de transformación social”, en Guzmán, N. [comp.], Sociedad, desarrollo y ciudadanía en México, México: Limusa.

Freire, P. (1965) La Educación como práctica de la Libertad. SIGLO XXI.

Gasca, E & Overa, J (2011). Construir ciudadanía desde las universidades, responsabilidad social universitaria y desafíos ante el siglo XXI. Convergencia, Revista de Ciencias Sociales, núm. 56, (37-58) Universidad Autónoma del Estado de México.

Marshall. T (1949). Ciudadanía y clase social. Reis

Robles. J (2009) Ciudadanía digital. Una introducción a un nuevo concepto de ciudadanía. Ed. UOC.

[1] Vased (voluntarios de acción social, emprendimiento y desarrollo) es una organización que hace parte de la multinacional IBM y está encargada del programa de responsabilidad social empresarial de la compañía en Colombia.

[2] Al respecto la ONG Oxfam Internacional presenta en su sitio web la colección titulada “Ciudadanía Global”, un compendio de documentos que abordan el concepto de ciudadanía global y como esta debe ser asumida desde la escuela. Tomado de http://www.oxfamintermon.org/es/que-hacemos/campanas-“educacion/educacion/ciudadania-global (julio de 2016)

[3] Madre Comunitaria es el nombre estatal que reciben las mujeres que prestan sus casas y dedican su tiempo al cuidado de las niñas y los niños de la comunidad. Su organización interna se plasma en grupos de mujeres que se asocian para gestionar con el Estado los recursos necesarios para el funcionamiento de sus jardines, estos son grupos que varían en tamaño, así existen asociaciones que están conformadas con mínimo 10 y máximo 22 socias.

[4] Tomado de http://www.caracol.com.co/noticias/judicial/ong-denuncia-aumento-de-muertes-violentas-en-ciudad-bolivar-sur-de-bogota/20050828/nota/197655.aspx

[5] Al respecto véase “Programa de Formación y Certificación de Competencias TIC para Maestros y Servidores Públicos de la Republica de Colombia.” Consulta en línea, mayo 2016. http://www.colombiaaprende.edu.co/html/micrositios/1752/articles-327089_Archivo_Pdf.pdf

[1] Cuatro de los miembros de Inti Tekoa estudiaron en la universidad de los Andes y se encuentra hoy activos en la organización. Dos estudiaron psicología, uno ingeniería de sistemas y uno más ciencia política.

[2] Una de las integrantes y también miembro activo de la organización es egresada de lengua castellana de la universidad Distrital

[3] De la universidad Central, de la facultad de ciencias económicas, es egresada otra de las miembros fundadores de Inti Tekoa.

[4] De la corporación universitaria CENDA es egresado en educación artística otro de los miembros fundadores de Inti Tekoa

*Politólogo de la Universidad de los Andes, estudiante de Maestría en Educación de la Universidad Pedagógica Nacional. Actualmente se desempeña como docente universitario y coordinador de la Corporación de Trabajo Comunitario Inti Tekoa, organización social que lidera proyectos educativos en la localidad de Ciudad Bolívar en Bogotá. Es miembro del grupo de investigación de la universidad Minuto de Dios denominado Uniminuto Bogotá Sur

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