¿Drogas ilegales o ilegalizadas? o de cómo entender el problema de las drogas

Actualmente el debate nacional en torno al “problema de las drogas” es un asunto central dentro de la opinión pública colombiana. Y no es menor, ya que la política de drogas del gobierno de Iván Duque ha generado un fuerte rechazo por parte de algunos sectores de la sociedad civil, principalmente porque se le está dando prioridad a la erradicación forzada de cultivos “ilícitos” por encima de la sustitución voluntaria, la cual permitiría una transición menos costosa (en términos sociales, políticos, culturales, económicos y ambientales) hacia cultivos “lícitos”. Pero ¿y sí hubiera otros caminos? ¿y si hubiera otras formas de entender el problema? En este sentido, el presente escrito es un pequeño intento por nutrir dicha discusión.

 

 

 

 

 

 

 

Juan Diego Martínez Descans*

 

Para entender el actual “problema de las drogas” primero se debe tener claro el tipo de relación que el ser humano ha tenido con ellas: los seres humanos han hecho uso a lo largo de su historia de sustancias para lograr alcanzar, por distintas razones, estados alterados de conciencia, los cuales han sido aceptados y valorados socialmente (como el uso del yagé dentro de algunos pueblos amazónicos, o de opioides en el caso de algunas sociedades asiáticas). Es decir, durante gran parte de la historia el ser humano ha cultivado, procesado, comercializado y usado ciertas plantas y sustancias psicoactivas para su beneficio. Así las cosas, valdría la pena preguntarse ¿en qué momento las drogas comenzaron a ser prohibidas y perseguidas? ¿por qué resultaron ser un problema?

 

Para comprender cómo es que algo puede pasar de ser aceptado a ser perseguido por una sociedad es necesario tener en cuenta que las convenciones sociales vigentes hoy son producto de una construcción de largo aliento: lo que hoy vemos como aceptable/normal/lógico puede que en cierto momento de la historia haya sido inaceptable/anormal/ilógico, o viceversa. Es decir, que la aparición de ese algo dentro del panorama social, y por lo tanto su vigencia dentro del mismo, es susceptible a ser rastreada en el tiempo. En este sentido, el hecho de que actualmente las drogas sean vistas como un problema que la sociedad en conjunto debe enfrentar y erradicar, también puede ser rastreado en el tiempo.

 

Así, la importancia de estas preguntas radica en que la prohibición legal de las drogas (nacional e internacional) al aparecer en un momento histórico específico (primera mitad del siglo XX), además de establecer los límites entre lo legal y lo ilegal, crea también el campo del circuito económico ilegal (redes de producción y tráfico) y los actores que intervienen en él (productores, narcotraficantes, escuadrones antinarcóticos, entre otros). Paralelamente, en el momento en el que las drogas pasan de ser algo socialmente aceptado a ser algo prohibido y perseguido por la ley, se impone la voluntad de un grupo de personas (aquellas que ven en las drogas un problema) sobre la sociedad entera, lo cual crea conflictos. Un ejemplo de estos conflictos puede verse reflejado en la lucha que han tenido que dar algunos pueblos indígenas en defensa al uso legítimo tradicional de la coca.

 

Teniendo entonces claro que las drogas no portan en su naturaleza misma el carácter de “ilegal”, sino que más bien han sido “ilegalizadas” en cierto momento por ciertas personas, la forma en la que nombramos el fenómeno cobra relevancia. Así, cuando se habla indistintamente de “drogas ilegales” se están invisibilizando ciertas relaciones de poder asimétricas y distintas reacciones y estrategias por parte de los agentes del campo de las drogas: se está invisibilizando el problema mismo. No obstante, al hablar de “drogas ilegalizadas” se hace visible la decisión de prohibir y perseguir las drogas (principalmente con métodos punitivos), lo cual crea el carácter ilegal y violento del circuito económico. Se vería así que el “problema” de las drogas nace precisamente en la ilegalización de las mismas.

 

Con lo anterior en mente, y teniendo en cuenta que los balances de la política internacional de lucha contra las drogas arrojan resultados desastrosos y altos costos que en nada tienen que ver con sus objetivos iniciales[1], valdría la pena preguntarse: ¿en vez de luchar por un mundo libre de drogas no sería más efectivo replantear la prohibición?; es decir, si el problema fue creado en cierto momento de la historia ¿por qué no regularizar su producción, comercialización y uso tal y como se hizo en el siglo pasado con el alcohol?; y finalmente (dejando claro que con esto no se clausura el debate sino se da inicio al mismo) si nuestros campesinos han adquirido empíricamente conocimientos valiosos en torno a una planta ¿no sería más provechoso que como sociedad reconozcamos el valor de ese conocimiento en vez de insistir en la sustitución/erradicación de cultivos ilegalizados?

 

Por todo lo anterior, invito a los lectores no sólo a adoptar el uso del concepto “drogas ilegalizadas” por encima del de “drogas ilegales”, sino también a adoptar una actitud crítica frente a las soluciones que rondan, incluso a veces cíclicamente, el debate público.

 

[1] http://fileserver.idpc.net/library/Shadow_Report_FINAL_SPANISH.pdf

 

*Juan Diego Martínez Descans es un politólogo caqueteño graduado del Instituto Jean Piaget, de la Universidad del Rosario y Maestro en Estudios Políticos y Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México. Actualmente trabaja en temas de producción social del hábitat con comunidades rurales en México.

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